Sigue tu camino
“Ningún
enemigo puede hacerte más daño que tus propios pensamientos”. Es inevitable
caer en malos pensamientos. Son la fuerza de atracción para volvernos “la otra
persona”, esa que mantiene oculta bajo la máscara de la normalidad. Se excita
uno entrando en ese terreno peligroso. Tales son las emociones que contaminan
la inmaculada superficie del alma cuando se desatan los ímpetus de la pasión. Me siento tentado, aunque muy conturbado en el
fondo, al pensar que puedo derribar el muro que me separa del objeto de mi
deseo y complacerme amplia y gustosamente. Me queda imposible darme una fórmula
para llegar hasta allí sin comprometer del todo mi dignidad y avergonzarme después
de manera insufrible. Ella, la que está al otro lado, ha condescendido con
algunas sonrisas cómplices a hurtadillas de su propio marido. El reto está en
saber si condescendería del todo en ofrecerme su propio cuerpo a precio de
nada. Pienso que jamás deshonraría su nombre hasta este extremo por un
insoportable capricho. Apelo a mi buen juicio para no cometer tal error. Quizás
si hablásemos a solas podríamos descubrir algo que elimine esa mutua atracción
y redujese los ímpetus a un simple halago de nuestra mal comprendida
naturaleza. Es la voz, su voz insistente, la que sigue sondeando mis
pensamientos: “Hola, bueno, es el último video que te hago, no te hago más
videos, te quiero, tengo ganas de ir a verte, de estar contigo, de irme a vivir
contigo mejor, pero pues…si tú no mandas nada, y no quieres que yo me siga
sacrificando al lado del hombre que no amo, yo entenderé, de todos modos, yo te
cumplo con mi video, piensa de mí lo que quieras, no me afecta, hago lo que
quieres que haga para ti, allá tú si te despierto amor o deseos o repulsión, me
gustaría que me dijeras algo bonito, que contenga sentimientos, a veces creo
que ves en mí a una mujer llena de carne pero sin nada adentro, te equivocas,
yo estaré todo lo buena que sea pero de sentimientos y de amar con el corazón
sé mucho, el problema es que hay hombres que no aprecian eso, tú no eres como
esos hombres, al menos me has demostrado sinceridad, aprecio por lo que soy y
represento como mujer, algo me dice que puedo confiar en ti, pero no puedo
seguir esperándote todo el tiempo, vuelvo y te digo, este es el último video
que te hago, si me quieres en tu vida
dímelo de una vez o calla para siempre” Tal fue la sentencia de ella, mi
prima, la que se fue a vivir con un tipo a Neiva, creyendo que agarraría el
cielo con las manos. Ahora está muy decepcionada de él. Quiere salir de ese
infierno en que se encuentra. Me considera un ángel. Hace los videos a solas en
su cuarto cuando el marido no está. El último fue mostrando su piyama nueva,
una cosa bien linda de color rosa. Le dije que se la quitara. Que quería verle
las tetas y todo lo que hay de ahí para abajo. De aposta enfocó la cámara
dándose vuelta para mostrarme su bello trasero. Hizo el movimiento de la
provocación haciéndolo girar al ritmo de una música imaginaria. Todo esto puede
ser tuyo mi amor si te decides. Me lo repitió varias veces poniéndose el dedo
índice en el labio inferior. Apresándolo luego con sus bellos dientes súper
blanquísimos. Suficiente para imaginar que haría eso con mi verga llegado el
caso. Pero una cosa es eso y otra la realidad que nos atrapa a cada uno. Ambos
tuvimos una oportunidad hace muchos años cuando estábamos más jóvenes y sin compromisos
de por medio. Sólo que gracias a su incorregible coquetería mis ilusiones se
apagaron. Supe después que se ligó a varios fulanos sin establecer con ninguno
nada serio. Dio con un pastor de una iglesia evangélica después. La devoción se
le acabó rápido. Conoció a un señor de considerable edad que la convenció de
que viajara a Neiva. Allá se organizaron. Se pusieron a vivir juntos. El tipo
tenía sus negocios, muy lucrativos. Le complacía en todo, viajes, paseos, ropa
exclusiva, salas de belleza, discotecas. El ritmo la ponía frenética. Presumía
ella de tener “un esposo” digno y ejemplar. Pudo haber sido. Hasta que
descubrió ella que no todo era color de rosa. La pasión se acabó. Era una mujer
triste. Y en medio de su tristeza hacía los videos y me los mandaba para
provocarme emociones, sensaciones, deseos, ganas de que yo le dijera sí, ven,
no te demores, no aguanto más, tu cuerpo me enloquece, tiemblo de pasión cada
que te me muestras en la soledad de tu cuarto, incluso adentro, en el baño
cuando te dispones a darte una ducha, o hasta en la misma cocina cuando te
preparas los alimentos, sensual y voluptuosa como la que más. ¿Sabes lo que más
me gusta? Que me besen allá. Sexo oral. Rico. Fascinante. Delicioso. ¿Serías
capaz de hacerlo? Yo también te complacería con las cosas que sé. Que he
aprendido. El sexo para mí lo es todo. En una pareja es lo más importante para
tener confianza y que la pasión nunca se apague. Ay Susana, Susanita, creo que
es demasiado tarde, tú lo echaste todo a perder cuando pudimos hacerlo a tiempo
y vivirlo a nuestras anchas. Eso que dices que te gusta quise hacértelo esa
noche en el Hotel cuando saliste muy provocadora de la habitación puesta encima
un piyama de seda blanca y a mí se paró de una el chimbo de sólo mirarte
convertida en una pequeña diosa de lujuria. ¡Luces como una princesa de cuento
de hadas, podría complacer hasta tus más escabrosos deseos si me lo permites
esta noche! Pero seguiste de largo buscando a mi hermano. Era a él a quien
buscabas en ese momento. Listo, me dije. Que se coma su propia mierda. Y si me
hermano logra darle por el culo que le dé hasta rompérselo. Con lo que no
contaste es que mi hermano estaba comprometido y ella, su mujer, no los perdía
de vista. Ja Ja Ja. Como gran cosa me diste un besito en la mejilla para irte a
dormir con todas esas ganas de culiar que tenías encima. Pero culiar con otro,
no conmigo, mi cruel Susana. Los desprecios se pagan en la vida. Y muy caros. Sigue
tu camino y déjame en paz, que la rumba está buena por otros lados…
Nicolás Figue/Vocesdispersas.
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