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Mostrando entradas de octubre 23, 2022

La prodigiosa época de los 70s.

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 "(...)Me siento bien cuando escribo, mejor cuando termino, pero bastante inutilizado cuando no le puedo dar uso a mi obra. (..) Espero que esta carta te llegue rápido. Yo creo que mejor me contestas a Houston. Que goces tu estadía en Cali, Rosarito. ¿Cómo has visto las cosas en el Cine Club? Anda una noche al grill Cabo Rogeño, en la carrera Octava. Es un sitio muy bonito, con nice people, y toda esa música que oímos esa noche en New Orleans. No te vayas a ir de Cali sin haber oído esa música, que es riquísima. Estoy consiguiendo muchos libros". En esta carta enviada por Andrés a su hermana Rosario desde Los Ángeles, el 7 de agosto de 1973, notamos la presencia siempre inquieta del escritor alrededor del cine, los libros y la escritura. Andrés no quería perder un minuto de su vida sin estar alerta a estos temas que eran los que más le interesaban pese a las dificultades económicas por las que atravesó en procura de resolver sus proyectos, con sus guiones de cine bien escrito

Cumpleaños de mi padre en el cielo

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 24 de octubre de 1927-04 de julio de 2022. Recuerdo cuando nuestros padres llegaron en el año de 1995, mes de agosto, a Cali, al barrio Primitivo Crespo, donde vivíamos en ese entonces. No alcanzamos a estar mucho tiempo allí. Nuestro segundo barrio, donde sí alcanzamos a estar 11 años, fue en Alfonso López, en la tercera etapa, a sólo una cuadra de la autopista con carrera octava. Papá tenía entonces 68 años, conservándose fuerte todavía. Volvía a Cali después de 35 años de haber estado aquí, en la ciudad, buscando oportunidades de trabajo, y al no encontrar algo estable, retornó a Pasto. Alcanzó a estar cerca de tres años. Aquí nació mi hermano Felipe Andrés. Eso fue lo que le dije en una de las tantas conversaciones sostenidas con él, qué lo motivo a devolverse “a la tierra” cuando ya había dado un paso decisivo, importante, y las oportunidades podía encontrarlas con mayor facilidad en una ciudad que despuntaba en su crecimiento económico y empresarial. Frunció el entrecejo como ha

Mil pedazos, de Rosario Caicedo.

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 Como lector que he sido durante buena parte de mi vida, por no decir que toda mi vida, encuentra uno momentos esenciales que gratifican con creces el hallazgo de un libro, el que siempre ha querido uno encontrar y tener. Pero cuando éste hallazgo viene acompañado con la recompensa de quién lo escribió, de su autor, en este caso de su autora, la adquisición de ese libro contiene una trascendencia histórica que nos remite a una y muchas vidas, las mismas que trazaron el destino del libro para que llegara a nuestras manos. Mi encuentro con Rosario Caicedo tiene una connotación especial enmarcada en nuestra común devoción por los libros: nos hicimos amigos gracias al espacio que brindan las redes sociales, y al fervor siempre manifiesto de mi parte por los libros, la literatura, y el genio siempre en ascenso (a pesar de estar muerto desde hace 45 años) de su hermano Andrés, de quién leo sus libros sagradamente, día tras día, sin importarme el estado de ánimo en que me encuentre, saliendo