Entradas

Mostrando entradas de junio 5, 2016

Ocho atributos de la gente culta-Anton Chejov.

Ocho atributos de la gente culta Por Anton Chejov Preocupado por las dificultades que su hermano mayor, Nikolai, atravesaba para adaptarse al ambiente artístico en el que su talento lo había posicionado, un joven Anton Chejov de 26 años le dirige esta carta regañándolo con ternura y lucidez. Además de aconsejarlo, puntualiza una serie de buenos hábitos que, a su juicio, definen a las personas “cultas”. ¡A menudo te has quejado conmigo de que la gente “no te entiende”! Goethe y Newton no se quejaron de eso... Solo Cristo lo hizo, pero Él se refería a su doctrina y no a sí mismo... La gente te entiende perfectamente bien. Y si tú no te entiendes a ti mismo, no es culpa suya. Te aseguro, como hermano y como amigo, que te entiendo y estimo con todo mi corazón. Conozco tus cualidades como a mis cinco dedos; las valoro y respeto profundamente. Si quieres, para comprobar que te entiendo, puedo enumerarlas. Creo que eres amable hasta el punto de la suavidad, magnánimo, desinteresado
Retener a alguien que no se quiere tener al lado es simplemente un acto de injusticia y de crueldad consigo mismo y con la persona que aún sigue ahí en espera de nada. Tampoco se debe sacrificar a nadie esperando con ello el supuesto reemplazo y por consiguiente la reconstrucción de una vida de por sí averiada con falsos sentimientos y decisiones equivocadas.

Fragmentos de un diario.

Imagen
02.03.2009/19:40 Ríete. Tuve un sueño disparatado "desde todo punto de vista concebible". El alcance, más insólito aún: dejo a tu imaginación los pormenores de tan ¿insospechadas? escenas... Aún no acierto a comprender el porqué me atrevo a decírtelo. No debería, ¿cierto? Ya sabes: diecinueve años de ausencia, de distanciamiento, de silencio absoluto. Pero fue...agradable. El sueño, quiero decir. Quizás no tan disparatado del todo, teniendo en cuenta que alguna vez sucedió... ¿Coincidencias? ¡Digo, por lo que me contaste la otra noche! Me declaro inocente. 02.03.2009/20:10 Lo admito: fue un truco. Lo del sueño. Una sutil patraña. Quería probarte, y lo logré. Te fue difícil ocultar ese gozo interior que te invadió de pronto. Quisiste saber los detalles. "Cómo fue, qué pasó". Yo hecho el conturbado. El que por algún natural pudor se abstenía de revelar las incidencias del caso. "¿En qué lugar de la casa te encuentras en estos momentos?". Un buen co