ENCERRADOS
Buenos días. No debieron dejarme dormir tanto. Tampoco tuve la precaución de poner la alarma del celular. ¿Qué día es hoy? No importa. Suficiente que está despejado y con buen sol. Tengo que pensar en lo mucho o poco que deba hacer en este largo día. Sí, claro, dormí bien. No puedo quejarme. Soñé que me ponía a follar con Marulay Iriarte. Bueno, por poco. Al menos se mostró como era. Había oscurecido en el sueño. Nos habíamos quedado encerrados en un cuarto esperando a que nos abran para salir. Yo rogaba que nadie llegue. Me sentía a gusto conversando con mi amiga. Ella tampoco demostraba afán de nada. A lo único que temo, me dijo mirando hacia el techo, es a que nos echen candela de afuera y muramos calcinados. Y si eso pasara, le dije, ¿cuál sería tu último deseo? Ella me miró directo a los ojos con sus ojos negros y muy brillantes. Culiar, me dijo sin ambages. Anunciándome de una vez lo que yo debía hacer en ese momento. Traté de disimular su rapto de sinceridad con una observació