23 de abril, día del libro.
En el día del libro, 23 de abril, que hace referencia también al aniversario de la muerte del Manco de Lepanto, don Miguel de Cervantes Saavedra, acuden a mi mente la cantidad de libros que he podido atesorar, no guardar para coleccionar, sino para disfrutar y deleitarme en cada momento de mi vida. Ni más ni menos que un ejercicio devoto y solitario de ir "aprovisionando" para los buenos y los malos días como hacen las hormigas laboriosas que transportan su comida en fila hacia la profundidad de sus cuevas. La idea de convertirme en lector testarudo y empecinado nació con la lectura de un libro de Rafael Pombo, primero, cuando tenía yo seis años, cimentándose tiempo después la afición con la llegada a mis manos de otros libros cedidos por mi padre como fueron La Vorágine, María, doña Bárbara, La mala hora, Adiós a las armas, y el libro que no podía faltar: El Quijote de la Mancha en una edición preciosa de editorial Bruguera que por asuntos de la vida perdí en circunstanci