Feliz cumpleaños Papá.
Una de las imágenes que más me acompañan de mi padre se remonta a nuestros años de niñez. Debía tener yo seis o siete años. Vivíamos por aquel entonces en un pueblecito en Nariño, llamado también Nariño, a escasa media hora de Pasto. Una tarde nos propuso papá que saliéramos a caminar junto con mis otros hermanos, que debían tener cinco y tres años respectivamente. La idea de salir a caminar con papá nos llenó de entusiasmo, estar con él significaba compartir de cerca con nuestro ídolo, ya que aparte de ser nuestro padre veíamos en él a una figura grandiosa contra la que veíamos imposible que nada adverso tendría el poder de ponerlo a tambalear. Al lado suyo nos sentíamos más seguros que nunca y hasta deseábamos que en el camino nos saliera una bestia feroz, un monstruo si era preciso, para que papá con su fuerza y sus puños lo pusiera fuera de combate. Tal eran los poderes que le atribuímos a papá cuando lo observábamos atento, con la frente levantada, en actitud desafiante, mirando a