Ocho atributos de la gente culta-Anton Chejov.

Ocho atributos de la gente culta
Preocupado por las dificultades que su hermano mayor, Nikolai, atravesaba para adaptarse al ambiente artístico en el que su talento lo había posicionado, un joven Anton Chejov de 26 años le dirige esta carta regañándolo con ternura y lucidez. Además de aconsejarlo, puntualiza una serie de buenos hábitos que, a su juicio, definen a las personas “cultas”.

¡A menudo te has quejado conmigo de que la gente “no te entiende”! Goethe y Newton no se quejaron de eso... Solo Cristo lo hizo, pero Él se refería a su doctrina y no a sí mismo... La gente te entiende perfectamente bien. Y si tú no te entiendes a ti mismo, no es culpa suya.
Te aseguro, como hermano y como amigo, que te entiendo y estimo con todo mi corazón. Conozco tus cualidades como a mis cinco dedos; las valoro y respeto profundamente. Si quieres, para comprobar que te entiendo, puedo enumerarlas. Creo que eres amable hasta el punto de la suavidad, magnánimo, desinteresado, dispuesto a compartir hasta tu último centavo; no sientes envidia ni odio; eres candoroso, sientes lástima por hombres y bestias; eres confiado, no eres malicioso ni taimado, y olvidas el mal que te han hecho... Tienes un regalo de los cielos del que pocos gozan: talento. Esto te sitúa por encima de millones de hombres, pues en la tierra solo uno entre dos millones es un artista. Tu talento te distingue: si fueras un sapo o una tarántula, aun entonces las personas te respetarían, pues al talento todas las cosas le son perdonadas.
Solo tienes un defecto, y la falsedad de tu posición, tu infelicidad y la irritación de tus entrañas son todas debidas a él. Es tu pronunciada falta de cultura. Perdóname, por favor, pero veritas magis amicitiae... Verás, la vida tiene sus exigencias. Para sentirse cómodo entre gente educada, para estar como en casa y a gusto entre ellos, uno debe ser culto en cierta medida. El talento te ha llevado a ese entorno, ahí perteneces, pero... te apartan de él, y te meces vis-à-vis entre la gente culta y los meros inquilinos.
Las personas cultas, en mi opinión, satisfacen las siguientes condiciones:
1. Respetan la personalidad humana y, por lo tanto, son siempre benévolas, amables, corteses y dispuestas a entregarse a otros. No hacen un alboroto por un martillo o por un pedazo de caucho perdido; si viven con alguien no creen estar haciéndole un favor, y al marcharse no dicen: “Nadie podría vivir con usted”. Perdonan el ruido, la carne fría y seca, y la presencia de extraños en su casa.
2. Sienten compasión, no solo por gatos y mendigos. Su corazón sufre por lo que el ojo no ve... De noche, se desvelan para ayudar a P..., para pagar la universidad de sus hermanos, para comprarle ropa a su madre.
3. Respetan la propiedad ajena y, por lo tanto, pagan sus deudas.
4. Son sinceras y le temen a mentir tanto como al fuego. Ni siquiera dicen mentiras blancas; una mentira es un insulto para quien la oye, lo degrada frente a quien la dice. No posan, se comportan en la calle como lo hacen en casa, no hacen alardes ante sus camaradas más humildes. No son dadas a farfullar incoherencias ni a forzar a otros a escuchar confidencias indeseadas. Por respeto a los oídos de los demás, permanecen más tiempo en silencio que hablando.
5. No se menosprecian a sí mismas para despertar compasión. No tocan las cuerdas de los corazones ajenos para hacerlos suspirar y aprovecharse de ellos. No dicen “soy un incomprendido,” o “me han pasado a segunda fila”, porque esto es esforzarse por alcanzar efectos mezquinos, y es vulgar, rancio, falso...
6. No son vanidosas. No apetecen diamantes tan falsos como conocer celebridades, estrechar manos con el ebrio de P.[1], escuchar los arrebatos de un espectador extraviado en una exposición de pintura, ser reconocidos en las tabernas... Si hacen un centavo no se pavonean como si hubieran ganado cien rublos, y no presumen por tener la entrada donde otros no son admitidos... Los verdaderamente talentosos permanecen ocultos entre la multitud, tan lejos como sea posible de la publicidad... Hasta Krylov dijo que un barril vacío retumba más fuerte que uno lleno.
7. Si tienen talento lo respetan. Por él sacrifican descanso, mujeres, vino, vanidades... Son personas orgullosas de su talento… Además, tienen escrúpulos.
8. Desarrollan la sensibilidad estética en sí mismas. No pueden dormir en traje, ver grietas llenas de insectos en las paredes, respirar aire viciado, caminar sobre un piso en el que alguien ha escupido, cocinar en una estufa de parafina. Buscan, tanto como sea posible, contener y ennoblecer sus instintos sexuales... Lo que quieren de una mujer no es una compañera de cama... No pretenden en ellas el ingenio que se manifiesta en la costumbre de mentir. Buscan, sobre todo si son artistas, frescura, elegancia, humanidad, la capacidad para ser madre... No se atiborran de vodka día y noche, no se ponen a olisquear la despensa, pues no son cerdos y lo saben. Beben solo cuando están libres, en ocasiones... Pues quieren mens sana in corpore sano.
Y así sucesivamente. Así es la gente culta. Para ser culto y no ser inferior al nivel de tu entorno no basta con haber leído Los papeles póstumos del Club Pickwick y aprenderse un monólogo de Fausto.
Lo que se necesita es trabajo constante, día y noche, lectura constante, estudio, voluntad... Para ello, cada hora es preciosa. Ven a nosotros, rompe la botella de vodka, échate a leer... Turgueniev, si quieres, a quien no has leído.
Debes dejar tu vanidad, no eres un niño... pronto tendrás treinta años. ¡Es hora!
Te espero... Todos te esperamos.


 Moscú, 1886

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