La niña árbol.

 

 

- ¡Ten mucho cuidado de no ir a tragarte las pepas de la fruta, hija! -, le dijo la madre a su hija. ¡Pueden hacerte daño! La niña se le quedó mirando muy intrigada. Se había tragado unas cuantas ya. ¿Y qué puede pasarme? La madre, como único pretexto, le dijo que podrían salirle abrojos por el cuerpo. Esa noche la niña sintió que algo raro empezaba a sucederle. Palpó con la yema de los dedos tallos y hojitas brotándole por los poros. Y de los pies a salirle raíces. Escapó hacia el jardín. Muy temprano se sintió poblada por el canto de los pájaros, el revuelo de las mariposas, y el zumbido de las abejas entre la frondosidad de sus ramas.


Microrrelato

Nicolás Figue/Vocesdispersas.

 

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