Amor deseado

 



 

Mi cielo, siempre serás la historia más bonita de cuanto mi locura ha llegado a imaginar. Y aunque no lo sepas, aunque tenga que llevar oculto este sentimiento en contra de mi voluntad, seguiré firme, pensando en ti, en todo ese amor que no ha hecho más que acrecentar el sueño de llegar a tenerte por fin entre mis brazos. No daré marcha atrás. Y así pasen los días, esperaré con el corazón abierto al menor signo que delate tu presencia en mi vida. No te voy a cambiar, porque si hay cosas hermosas qué descubrir y compartir, lo haremos juntos, mi bien, sin sentirnos culpables o avergonzados de ser parte de una historia inentendible para los demás. No hay prisa. Esperaré por ti el tiempo que sea necesario. No me voy a cansar de esperarte, porque si te elegí a ti, es porque todo lo quiero contigo. Daría lo que fuera en estos momentos por abrazarte, por besar esos labios que quizás nunca pronuncien mi nombre con la fruición con que yo quiero. Me espanta que quieras rechazarme aún sabiendo que me aceptas con tantos impedimentos (¿prejuicios?) de por medio. Las veces que nos hemos visto, que has estado aquí conmigo, ha sido para tratar asuntos cotidianos, en apariencia intrascendentes. Al menos eso tratamos de entender mientras que los ojos transmiten su propio lenguaje. Un lenguaje íntimo cuyo magnetismo pone a vibrar todas las fibras de nuestro cuerpo. De eso posiblemente no conozcas mucho, pero suficiente que yo lo palpe, que lo sienta hervir en las venas, para que lo vuelvas parte de ti. Quizás, por algún motivo que desconozca (las atracciones son impredecibles), lo empieces a percibir en tu joven y vibrátil carne. Nos conocemos de hace mucho tiempo. Lo que no sospechas es que terminé enamorándome perdidamente de ti, y no me siento con el valor suficiente para asumirlo desde mi perspectiva de hombre cauto, extrañamente idealista y crepuscular. Quizás llegues a horrorizarte si lo supieras. Y tu santa madre se convertiría en mi peor enemiga. Pero no me importa. Creo en las casualidades. Creo también en la magia de la atracción. Entendí que si te enamoras de alguien, enamórate de sus ojos, porque los ojos no envejecen. Y si amas a través de esos ojos, vas a amar para siempre. Ya vislumbré un brillo de complicidad en los tuyos. Tan bellos y cautivantes que ponen a suspirar deliciosa, voluptuosamente. A soñar con el día (es un pacto, una promesa, me atrevo a decirlo) en que por fin te tenga sin culpas, sin remordimientos, pero radiante de felicidad, entre mis brazos.

 Nicolás Figue/Vocesdispersas.



 

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