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Mostrando entradas de 2022

A NUESTRO MODO

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  Estaba yo más joven, finalizaban los años 80s, para tener un punto de referencia acertado; recuerdo que por alguna circunstancia no convenida tuve acercamiento con una muchacha a la cual quería conocer y que coincidió justo en el evento social al que por invitación de un compañero de trabajo asistí. Esa tarde estuve de excursión por las casetas de libros usados entre la calle 17 con carrera 22, en Pasto, echando un vistazo a las posibles "novedades", libros que eran sonsacados muchas veces de alguna exclusiva librería o biblioteca por manos non sanctas y que indirectamente satisfacían las expectativas y la sed de lectura de los que allí íbamos justo con ese propósito. Conseguí un par de libros en perfecto estado, El lobo estepario de Hermann Hesse, y El Castillo, de Franz Kafka. En vista de que ya estaba anocheciendo, y viendo que no alcanzaba a llegar a casa a dejar los libros y cambiarme de ropa, me encaminé directamente hacia el sitio de la reunión en un barrio muy con

NOSTALGIAS DE LA NAVIDAD

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  La navidad será, sino siempre, quizás la única época de nostalgias y evocaciones de los mejores momentos vividos y disfrutados a lo largo de la vida. Y seguirá siendo la niñez esa etapa feliz donde junto al calor del hogar, de los seres queridos, en torno a un sencillo pesebre, al árbol traído del monte y engalanado con papelitos brillantes, serpentinas, algodones y bombas de colores, que en aquel tiempo ni siquiera imaginábamos las luces led y demás ornamentos de lujo de estos tiempos modernos y avanzados, los que llenaban nuestras mentes infantiles de magia con la llegada del niño Jesús. La celebración de la novena de aguinaldos era el momento más esperado. Tanto en casa, como en la casa de nuestros vecinos, los preparativos no se hacían esperar: el dulce, la natilla y los buñuelos iban de mano en mano llevando ese particular mensaje de paz, unidad, amor y solidaridad entre las familias. Las madres se esmeraban por imprimirle a estos deliciosos bocados el toque especial del verdad

Los sobrevivientes del río

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  Era una tarde, después del almuerzo. El calor nos estaba martirizando en la casa de madera con techo de zinc. Quedaba ésta en la parte alta del terreno de la finca. Con mis hermanos nos quitamos la ropa y nos pusimos las pantalonetas de baño. El río, como un espejo líquido reflejando los rayos del sol, nos retaba a zambullirnos en sus aguas. Bajamos corriendo el sendero descendente  para llegar a la ribera. Esta rutina la teníamos establecida desde que llegamos a la finca, desconociendo los llamados de advertencia de los colonos y pescadores advirtiéndonos del peligro que ofrecía el caudal del inmenso río. El río Mira. Aquí se han ahogado nadadores experimentados, gente con mucho conocimiento de su curso, nos decían los nativos que pasaban en canoa. No se confíen, muchachos. Háganlo por su bien. Pero imbuidos de una extraña confianza, hacíamos caso omiso, y nos lanzábamos sin ningún atisbo de temor a las profundidades. Nos mencionaron incluso la existencia de animales acuáticos gigan

Recuerdos y nostalgias

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  El antiguo Seguro Social en la avenida Vásquez Cobo donde tuve la oportunidad de laborar en el año de 1992. Mi desempeño en la morgue, inicialmente, me llevó a comprender que no somos nada, que ahí acaban todas las pretensiones y orgullos humanos, ver esa gente ahí amontonada en ese cuarto frío, hermético, con apenas una sábana encima. También entendí, emulando a Poe, que a la muerte se le toma de frente con valor, dándole la oportunidad de que se tome una copa alrededor de una buena charla. Yo hacía eso en las largas noches que me tocó soportar el peso de la muerte ajena no justamente proponiendo el brindis con algún repentino licor, pero sí con una buena taza de café bien caliente. La paz que se respiraba era total. 4 de noviembre de 2022, viernes. Ciudadela Bonanza, Jamundí. (Foto tomada de la página CALI AYER CALI HOY-Wilson Vallejo Rieti)

Mensajes

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Recorrer la ciudad desde un bus intermunicipal, viajar en silencio a pesar de las conversaciones hilarantes de los pasajeros, sus quejas, sus abruptas exclamaciones al acordarse de algo, el  barullo percibido a través de la ventanilla en el asiento donde voy, la ciudad en pleno apogeo, sus progresos y miserias. La ciudad sale de su letargo nocturno, se despierta, seduce, atrapa. En mi celular llevo textos, libros que leo apenas la ocasión me lo permite. Imposible sustraerse al influjo de Kavafis. Especialmente por su poema, La ciudad. Busco, encuentro:  Dices: “Iré a otra tierra, hacia otro mar, y una ciudad mejor con certeza hallaré. Pues cada esfuerzo mío está aquí condenado, y muere mi corazón lo mismo que mis pensamientos en esta desolada languidez. Donde vuelvo los ojos solo veo las oscuras ruinas de mi vida y los muchos años que aquí pasé o destruí”. No hallarás otra tierra ni otro mar. La ciudad irá en ti siempre. Volverás a las mismas calles. Y en los mismos suburbios llegará t

La prodigiosa época de los 70s.

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 "(...)Me siento bien cuando escribo, mejor cuando termino, pero bastante inutilizado cuando no le puedo dar uso a mi obra. (..) Espero que esta carta te llegue rápido. Yo creo que mejor me contestas a Houston. Que goces tu estadía en Cali, Rosarito. ¿Cómo has visto las cosas en el Cine Club? Anda una noche al grill Cabo Rogeño, en la carrera Octava. Es un sitio muy bonito, con nice people, y toda esa música que oímos esa noche en New Orleans. No te vayas a ir de Cali sin haber oído esa música, que es riquísima. Estoy consiguiendo muchos libros". En esta carta enviada por Andrés a su hermana Rosario desde Los Ángeles, el 7 de agosto de 1973, notamos la presencia siempre inquieta del escritor alrededor del cine, los libros y la escritura. Andrés no quería perder un minuto de su vida sin estar alerta a estos temas que eran los que más le interesaban pese a las dificultades económicas por las que atravesó en procura de resolver sus proyectos, con sus guiones de cine bien escrito

Cumpleaños de mi padre en el cielo

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 24 de octubre de 1927-04 de julio de 2022. Recuerdo cuando nuestros padres llegaron en el año de 1995, mes de agosto, a Cali, al barrio Primitivo Crespo, donde vivíamos en ese entonces. No alcanzamos a estar mucho tiempo allí. Nuestro segundo barrio, donde sí alcanzamos a estar 11 años, fue en Alfonso López, en la tercera etapa, a sólo una cuadra de la autopista con carrera octava. Papá tenía entonces 68 años, conservándose fuerte todavía. Volvía a Cali después de 35 años de haber estado aquí, en la ciudad, buscando oportunidades de trabajo, y al no encontrar algo estable, retornó a Pasto. Alcanzó a estar cerca de tres años. Aquí nació mi hermano Felipe Andrés. Eso fue lo que le dije en una de las tantas conversaciones sostenidas con él, qué lo motivo a devolverse “a la tierra” cuando ya había dado un paso decisivo, importante, y las oportunidades podía encontrarlas con mayor facilidad en una ciudad que despuntaba en su crecimiento económico y empresarial. Frunció el entrecejo como ha

Mil pedazos, de Rosario Caicedo.

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 Como lector que he sido durante buena parte de mi vida, por no decir que toda mi vida, encuentra uno momentos esenciales que gratifican con creces el hallazgo de un libro, el que siempre ha querido uno encontrar y tener. Pero cuando éste hallazgo viene acompañado con la recompensa de quién lo escribió, de su autor, en este caso de su autora, la adquisición de ese libro contiene una trascendencia histórica que nos remite a una y muchas vidas, las mismas que trazaron el destino del libro para que llegara a nuestras manos. Mi encuentro con Rosario Caicedo tiene una connotación especial enmarcada en nuestra común devoción por los libros: nos hicimos amigos gracias al espacio que brindan las redes sociales, y al fervor siempre manifiesto de mi parte por los libros, la literatura, y el genio siempre en ascenso (a pesar de estar muerto desde hace 45 años) de su hermano Andrés, de quién leo sus libros sagradamente, día tras día, sin importarme el estado de ánimo en que me encuentre, saliendo

Fragmento del libro de mi autoría Esta risa no es de loco

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  Fragmento del libro de mi autoría (en proceso de escritura) "Esta risa no es de loco", titulo alusivo a la famosa canción de Héctor Lavoe, y en cuyo desarrollo trato de rescatar temas relevantes de mi entorno familiar, sin que necesariamente se trate de una novela autobiográfica. La ficción se impone como signo de creatividad literaria. El trabajo en la empresa de energía le duró escasos dos meses a papá, quedando cesante de nuevo. El mismo amigo que lo llevó le ofreció esta vez un trabajo como administrador de una hacienda en la zona de la costa pacífica nariñense, más concretamente en Candelillas, cerca de Tumaco. No existiendo otra posibilidad de quedarnos en la ciudad, papá aceptó y nos fuimos todos para esa hacienda huyendo, como se dice, de la mala situación. El día del viaje, miércoles, en plena semana santa, Magnolia se estuvo conmigo toda la tarde y parte de la noche ayudándonos a empacar, pero también hablándome seriamente para que me quedara. No estás obligado a

Los rigores de la escritura

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 Escribo dos libros a la vez, un reto que poco a poco voy superando. La idea general se resume en "puedo, y debo", respetando las normas del buen escribir. No se trata de poner palabra tras palabra sin antes haber trazado un esquema argumental que sostenga el edificio de la escritura. Hoy, por ejemplo, trabajé el texto de mi novela acudiendo a los muchos apuntes que con el tiempo he venido trabajando y clasificando de manera cronológica. Las piezas encajan a la perfección, sometiendo el contenido a cambios necesarios de fondo, por ejemplo, teniendo en cuenta que los enfoques del momento pueden variar en su orden de ejecución al tiempo actual. Nunca una imagen, por decirlo de alguna manera, se somete a la rigidez del instante, teniendo nuevas perspectivas qué ofrecer en su desarrollo creativo y futuro. Yo mismo me he visto sorprendido con los giros que dan algunos de mis personajes en el transcurso de la historia. Sin embargo, debo admitir que, como autor, soy el dueño de sus

La murga de mi mamá

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 Se acabó la música. Muy temprano. Cuando apenas se le estaba cogiendo el ritmo al son. Y eso que estaba a palo seco. Qué tal si me hubiera dado por destapar la caneca para alebrestrar los animos. Pero yo soy un tipo consciente y muy serio. Sé perfectamente cuándo tomarme un trago sin mortificar a nadie. Además hoy apenas es miércoles. Debo ser solidario con la gente que trabaja. Los que madrugan a las cuatro de la mañana para regresar a las siete u ocho de la noche. A mí ya me pasó. Siente uno que ha dejado un pedazo de cuerpo en alguna parte. Las ganas de tirarse a la cama te dominan. Pero si el día ha sido largo, la noche avanza tan rápido que apenas tienes tiempo de darte un baño, prepararte tu comida, lo que vas a comer en ese instante y lo que vas a llevar al trabajo, bajo ningún punto quieres mirar el reloj. Si tienes la tele encendida sabrás la hora por el programa que están pasando. Es por eso que la hora no cuenta sino el tiempo que se te viene encima. La noche. La bendita no

Carta a mi padre

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  Septiembre 4 de 2022 Querido papá: Hoy nos hemos levantado temprano, tenemos la misa por los primeros dos meses de haber partido tú de este mundo al reino celestial, no ha sido fácil acostumbrarnos a esta triste realidad, el vacío de tu ausencia pesa demasiado, pero no quiero detenerme en pormenores que nos llenen de aflicción. Hasta en los últimos días de tu existencia reiteraste que la vida de cada uno debía transcurrir con normalidad, recordando siempre tus buenos ejemplos y enseñanzas. Es así como honramos tu memoria, celebrando tu legado, padre amado. Siendo un niño todavía, escuché hablar “de las corrientes de la vida”, imaginando que un río desbordado se encargaba de arrasar con todo, no dejando nada a su paso. En poco tiempo entendí que se trataba de la dureza de la vida y los estragos que podría causar cuando se sale de control. ¿Se llegaba a la vida a cumplir una misión o una condena? Cada acto, cada acción emprendida de mi parte, surge necesariamente de experiencias sost

Poema urgente a un viejo retrato

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    En un día cualquiera, revisando viejos documentos, las sorpresas nos asaltan, nos llevan derechito a los años dejados atrás. El hallazgo, además de asombrarnos, nos conmueve un poco, nos desvía la mirada a un espejo inexistente, fraccionado por gestos, por voces congeladas en el rigor del instante. La vida desplegando su cola de pavo real, hechizando con luces y colores, deslumbrando desde vértices imposibles, como una luna incrustada en un caleidoscopio. Los recuerdos parecen tejer una fina tela de araña en mi sistema nervioso. Hoy es miércoles ¿pero de qué año? Mi mente expandida hacia todos los calendarios puestos y gastados en una derruida pared: el horror arquea la espalda como una rubia triste de cabaret. Viejos, gastados retratos, signos congruentes de una juventud gozosa e incongruente. Con la mano puesta en el pecho te saludo viejo muchacho, la vida ha sido dura para ambos pero nunca traicionera ni agresiva como el áspid a quien

El beso

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El presente trabajo puede catalogarse como una obra mínima de teatro para ser ejecutada en un solo acto, con dos personajes en escena: el hijo del secretario y la adolescente de nombre Floresbey, hija de la modista del pueblo. Son cerca de las seis de la tarde. Floresbey aprovecha el descuido de la madre de Toñito, el hijo del secretario de la Inspección de Policía del pueblo, para escabullirse hasta el cuarto que queda al final del largo corredor donde se encuentra éste dedicado a la escritura de unos extraños poemas. Él está muy enamorado de Rosa Nelly, su esquiva vecina, y no encuentra la manera de tener un acercamiento y expresarle sus sentimientos. Floresbey sabe de la atracción que existe entre ambos y traza sus propios planes para impedir un futuro noviazgo. Floresbey está enamorada de Toñito, ha buscado la forma de decírselo, pero el muchacho siempre la elude. El momento de su venganza ha llegado.   Floresbey entra precipitadamente al cuarto de Toñito, él se sorprende de verla

Diez días.

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  Julio 14 de 2022. Diez días ya de tu partida, papá. Tu ausencia nos ha hecho reflexionar mucho acerca del valor de la vida, pero sobre todo del valor de cada persona. Es ahora cuando, a la llegada de un nuevo día, descubrimos que ya no estás. El vacío que sentimos es latente. Inmenso. Pensamos y deseamos con toda el alma creer que es parte de un sueño, un absurdo sueño, del cual queremos despertar sin pérdida de tiempo. Nos acostumbramos a verte, a escucharte, a reír con tus ocurrencias, a creer que tu presencia era un indicativo de eternidad. Que ningún acontecimiento trágico de la vida tenía el poder de detenerte, de abolirte de nuestra realidad. Que contra vientos y tempestades te alzabas majestuoso como el héroe que siempre vimos en tí. Pero te encantaba también jugar a ser niño, a deleitarte con un pedazo de dulce, y llorar escuchando una canción. Toda tu vida vivida y compartida junto a nosotros, tus hijos. En las buenas, en las malas, y en las peores. Que no siempre estuvimos

El mensaje del WhatSapp

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  ¡La intolerancia y la estupidez de la gente!   Personas que no soportan conocer una verdad distinta a la que ellos mismos adoptan por creerse superiores a los demás. Dentro de esos propósitos bajos y mezquinos suplantan su propia personalidad con el convencimiento de menoscabar la dignidad ajena con el rigor del mercachifle de pacotilla.   Hablar de política en un país permeado por la polarización y el odio, alentados desde la premisa de consignas ajenas, mezquinas y manipuladoras, te llevan a descubrir lobos disfrazados de ovejas. El mensaje enviado a mi WhatsApp desde un número desconocido es una muestra clara de ello. Al principio lo tomé como una broma de mal gusto.   Alguien de mi grupo de trabajo que me conoce y pone a prueba mi paciencia. Las palabras allí escritas eran como vidrio molido cayendo en mi retina. Pero más que eso eran el producto de un estado miserable de rencor y de envidia inocultables buscando hacer daño. Escudarse en el anonimato es síntoma de cobardía, y est

Guillermo y LLO

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  Sería un lunes del año 1988. ¿Octubre, quizás? Trabajaba yo con una empresa municipal, en la ciudad de Pasto. Cuota burocrática del primer alcalde elegido por voto popular. Camino de regreso a casa me encuentro con un joven amigo escritor (tenía publicado cuentos en el suplemento del periódico local, algunos con menciones especiales en concurso departamental, además de haber elaborado un ensayo sobre La Vorágine, el libro de José Eustasio Rivera, encontrando gran acogida en el círculo cultural e intelectual de aquel tiempo), nos encontramos, digo, ahí en la calle 16 con carrera 25. Acordamos entrar a la cafetería La Palma a tomarnos un café caliente. Me mostró un librillo que llevaba inmerso entre un periódico doblado y otros papeles sueltos; era de Evelio Rosero, desconocido en ese momento para mí. Tenía como título El eterno monólogo de LLO. Curioso título, le dije. LLO. ¿Querrá decir Yo? Y Guillermo Villarreal, que así se llamaba mi amigo escritor, me dijo que era la universaliza

AGUSTINA

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  Agustina. Prefiero no mencionar su apellido. Es argentina. Escritora. Poeta. Muy inteligente. La contacté por la red social Facebook. Me gustó lo que publicaba. Sus comentarios eran soberbios, cargados de humor negro, de ironía. El existencialismo parecía ser su punto de partida. Y también el nihilismo. Nuestras distancias culturales eran enormes. Muy avanzada en materia de filosofía, su asignatura predilecta. Cruzamos algunas ideas. Todo en la vida de ella parecía ir bien. Al menos eran esas mis conclusiones. Hasta que un día, 15 de julio de 2017, a las 4:50 p.m.,   para ser más exactos, publicó estas palabras   aclarando su verdad: "Tengo 26 años y me siento muerta en vida. A los 18 pensé que me iba a sobrar tiempo y la vida me cagó a machetazos. Háganme caso... El camino que elijan hay que seguirlo hasta el final... Nunca   se es demasiado joven ni demasiado viejo. Escribí un libro de 360 páginas a los 12 años. Pero era demasiado joven. Ahí está, tirado entre cajas y cosas vi