El mensaje del WhatSapp
¡La intolerancia
y la estupidez de la gente! Personas que
no soportan conocer una verdad distinta a la que ellos mismos adoptan por
creerse superiores a los demás. Dentro de esos propósitos bajos y mezquinos
suplantan su propia personalidad con el convencimiento de menoscabar la
dignidad ajena con el rigor del mercachifle de pacotilla. Hablar de política en un país permeado por la
polarización y el odio, alentados desde la premisa de consignas ajenas,
mezquinas y manipuladoras, te llevan a descubrir lobos disfrazados de ovejas. El
mensaje enviado a mi WhatsApp desde un número desconocido es una muestra clara
de ello. Al principio lo tomé como una broma de mal gusto. Alguien de mi grupo de trabajo que me conoce
y pone a prueba mi paciencia. Las palabras allí escritas eran como vidrio
molido cayendo en mi retina. Pero más que eso eran el producto de un estado
miserable de rencor y de envidia inocultables buscando hacer daño. Escudarse en
el anonimato es síntoma de cobardía, y esta persona lo hizo con toda la alevosía
y la ventaja convencido de tener su propia vía de escape. Ojalá y con el
mensaje que le puse dé la cara. Lastimosamente el tema de la política se ha
salido del contexto democrático y tomado el asunto como algo personal. Lo que nadie
parece no entender es que estamos en un país justamente democrático, con
libertades constitucionales garantizadas para expresar ideas y opiniones, lo
normal dentro de la etapa electoral que vivimos, de estas personas que se
oponen a una postura ideológica contraria a la que manifiestan toca cuidarse, a
veces se tornan fanáticas, radicales, sin saberse qué actitudes pueden estar
tomando después (Resumiendo: ya quedó descifrado "el misterio" del
mensaje que me llegó al celular, se verificó el número con un identificador de llamadas -yo no tengo la
aplicación- y salió que era, es, de nuestro compañero del otro turno del cual
me reservo el nombre por considerar que no vale la pena mencionarlo. ¿Te puedes
imaginar? Yo jamás he sostenido una conversación ni siquiera medianamente
formal con él, el saludo y nada más, sin descartar la amabilidad y el respeto
de por medio. No entiendo entonces su acción descomedida y qué quiere darme a
entender con eso, si es una provocación, una acusación, o un acto deliberado de
censura para callarme la boca. Pero se equivocó nuestro personaje de marras, lo
que demuestra es un resentimiento mezclado de envidia, se siente poca cosa, y
quiso desahogarse conmigo utilizando expresiones grotescas propias de su escasa
cultura. Ahí tienes pues la clase de compañeros que nos rodean, nunca sabrás en
qué momento te dan la puñalada trapera).
Nicolás Figue/vocesdispersas-junio 15 de 2022
Comentarios
Publicar un comentario