El injusto final de Crespo.


A Crespo lo mató un carro a las 20:30 horas aproximadamente de ayer sábado, y ni los que andaban con él se dieron cuenta. Era el primer recorrido de la noche de nuestros compañeros por el perímetro y Crespo los acompañó hasta la portería. De un momento a otro el perro se devolvió por donde vino, quizás rastreando alguna huella sospechosa, hasta que alguien llegó y dijo "el perro de ustedes está tirado allá adelante, parece que lo atropelló un carro" Cuando los compañeros se dirigieron al sitio encontraron a Crespo prácticamente destrozado por el peso del carro que le pasó por encima. La historia del noble y leal perro terminó de manera trágica, producto de su descuido o excesiva confianza a esas horas de la noche, cuando para él se había convertido en el recorrido habitual y nada de lo que por allí había o existía podía representarle peligro.  Hace ocho días exactamente, en las varias llegadas que tuvieron los compañeros en el cumplimiento del recorrido hasta la portería, Crespo se mostró demasiado alegre y juguetón a pesar de llevar 24 horas de trabajo incansable junto a los compañeros de dos turnos distintos. "Este perro no descansa, duerme por raticos, pero jamás se queda echado cuando ve que nosotros proseguimos, no le importa seguir andando, el apego que nos tiene es admirable" El perro llegó un día cualquiera a una de las porterías como todo perro extraviado en busca de un bocado de comida. Estaba sucio y flaco, casi que abatido por su miseria, pero traía en sus ojos un brillo de esperanza y movía su cola en busca de respuesta. Alguien con sentido del humor le puso Crespo como para llamarlo de cualquier manera. El perro asimiló de inmediato su nuevo nombre (no tanto el Crespo original, que arrugando la frente y acomodándose con disgusto la gorra dijo "no jodan, maricas, más respeto con el can que parece de buena familia") Porque el perro a pesar de su desgracia tenía su clase con pinta de pitbull y todo. A partir de allí se convirtió en la mascota del grupo y en el consentido de muchos que reconocían la nobleza del animalito. En poco tiempo el perro cambió de aspecto con los buenos cuidados y la alimentación que le daban los compañeros, lo sometían a un baño permanente, cuidadoso, ya era un perro redimido y su presencia le daba un toque distinguido al servicio. Hace ocho días, domingo, en el turno del día, estuve a punto de tomarle una foto para conservarla como recuerdo. Algo debió presentarse en ese momento que me lo impidió. Anoche que llegué a mi portería vi que los compañeros González y Galviz efectuaban alguna maniobra en la oscuridad de la vía y cuando llegaron sudorosos y con las mangas del uniforme arremangadas me enteraron de la triste noticia: estaban recogiendo a Crespo, o mejor, de lo que quedó de él para darle "cristiana sepultura". Adiós, noble y querido amigo, que el cielo de los perros te acoja y te brinde el bienestar que no alcanzaste a disfrutar en este mundo de locos.

Ricardo Figueroa-escribidore17.blogspot.com-la máquina de escribir

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