ESO FUE
HACE MUCHO TIEMPO YA
Esa noche salimos del apartamento de Joana
como a las once. Para empezar, unos sorbitos del mejor: aguardiente Galeras. Tenía la
botella lista. Refrigerada. Era su estilo. Su mejor estilo para empezar su
propia rumba. Había que calentar motores cuanto antes. Nos dijo. Sin embargo me
daba cuenta que el ánimo de los otros no era el mejor. Nunca para pretender
alcanzar el nivel de vértigo de las otras veces. Escuchamos música de Silvio
Rodríguez, Charlie García, y claro, lo inevitable de Queen, que nos ponía en
escala superior. No faltaron por supuesto los inmortales de la vieja guardia
que tornaban estúpidamente deseable a la Jenny. Joana la miraba descaradamente
con el deseo quemándole las pupilas. Ponía ojos de gata ronroneante, cadera
ondulada y seductora. Propuso que nos quedáramos mejor ahí, en su apartamento,
en su guarida, con la perspectiva nada despreciable de la alfombra en nuestros
pies. Su sinceridad era proverbial. Y una invitación como ésa no se podía
despreciar. Joana estaba estupenda. Tenía el mejor cuerpo de la ciudad sin
exagerar ni un ápice. Pero ella, la muy caprichosa y decente, suspiraba por la
Jenny. Hasta guardaba una fotico suya en la cartera. Amores difíciles. Claro
que también le gustaban los hombres y de vez en cuando se la veía dándose sus
lances con alguno de sus galancitos de turno. Era lo que se dice una mujer
complementada en asuntos de sexo. La amistad entre ella y la Jenny había tomado
rápidamente un rumbo y unas directrices que no dejaba lugar a dudas. Ya en
alguna ocasión nos había revelado la Jenny que su vida de pronto había
adquirido cambios y transformaciones por culpa de su amiga. Fue toda una casualidad,
nos dijo. Tuvimos un encuentro impensado en su apartamento y se me hizo tarde
ese día. Para colmo llovía como nunca. Con este tiempo imposible salir, me dijo
ella, te figuró el sofá. Y como si ya tuviera todo previsto me lanzó unos
pijamas suyos y una deliciosa cobija perfumada. Está bien, asentí, me quedaré
contigo esta noche en tu fastuoso departamento. Porque está lloviendo. Y porque
viniendo de ti, el honor de la invitación lo amerita. Así que puse lo más
cómoda que quise, dejando mi ropa por ahí tirada. Y salvo su excesiva
amabilidad, nada raro o extraño advertí en su comportamiento. Quiero decir,
hasta ese momento. Nos pusimos a conversar. Y ella a contarme un jurgo de cosas
de cuando era chiquita. Una nena todavía
en esa casa grandota de la familia con su papá político y empresario, ausente la mayoría de la veces del entorno
familiar por causa de sus múltiples compromisos adquiridos en el agitado mundo
de los negocios. Y así como me iba relatando sus desgracias de ricachona se me
iba arrimando más tomándome el cabello, jugueteando con él, deslizando con disimulo la punta de sus dedos
por mis brazos y piernas. Y como yo me había quedado quieta ella creyó que me
estaba gustando la pendejada , imposible evitar el beso que me zampó en la
boca. Su beso era fresco, producto de unos labios naturales y sutiles. Me
gustó. Su vida no había sido fácil, la verdad. El dinero no lo compra todo. En
el fondo mantiene llena de dudas, de temores, de inquietudes, de desasosiegos, de
falta de seguridad en si misma y carece de afecto. Pero tiene un instinto
sexual muy desarrollado y no se detiene ante lo que desea. Su gran sentido de
la amistad y su determinación a la hora de emprender lo que se propone es lo
que me gusta de ella. Creo que mi admiración va un poquito más allá del simple
convencionalismo social. Creo que la amo.
La Jenny hablaba con conocimiento de causa.
Todo eso me lo volvió a contar después de haber hecho el amor conmigo una tarde
de lluvia también en mi aparatoso cuchitril de Los Dos Puentes. Infaltable su
café caliente con marihuana.
De Joana admiré siempre su talento natural,
sus dotes de artista mal enfocados, la pureza de luna llena de sus dientes
inmarcesibles. Y aunque no era muy alta, su porte era magnífico e imponente.
Poseía además un trasero estupendo de hembra privilegiada y sometida a todos
los cuidados estéticos para fortalecer aún más su portentosa figura. Era
indiscutiblemente una hermosa muñeca de vitrina encantando y seduciendo con su
belleza exquisita.
Descendía desde la niebla de su cigarrillo
como una diosa de su olimpo. Así la
veíamos y así nos veía y acechaba Joana sosteniendo su vaso lleno de licor. Pero
aún y todo nada hacía cambiar el brillo libidinoso que despedían sus pupilas
cuando tenía al frente suyo a la Jenny. Ella se regocijaba íntimamente por la
preferencia. Y cuando mencionó lo de quedarnos y proseguir la fiesta “con todos
los juguetes” ahí en su apartamento, la Jenny me hizo una seña afirmativa con
la cabeza para que actuara en su favor. Lo cual me puso a recapacitar en los
pro y contra de usar mis influencias sólo para complacerle su capricho. Eran
evidentes las ganas que tenía de hacerle sus “cositas” a la ardiente Joana,
pero nuestros planes eran distintos para esa noche. Aún así, teniendo en cuenta
la consideración tentadora e irresistible de la oferta, le aseguramos a la
bella anfitriona que nuestros planes estaban “veinte cuadras más adelante de su
condominio”, en plena zona del proletariado. Allí hay un descastado grupillo de
indigentes esperándonos ansiosos para asestarle otro golpe de gracia a las
apariencias e internarnos en la perdición, le dijimos con sorna. “¡Si eso es lo
que pretenden, pequeña recua de demonios, largo de aquí, que el infierno entero se los trague vivos!”…
Pensé en su trasero desperdiciado y en mi súbita erección. Pero ya era tarde
para tomar otra decisión. La lustrosa puerta de madera se abrió por efecto de
sus crispadas manos y el chulundrún de la misma dejándonos afuera, separados ya
de su santuario. Bajamos caminando por las gradas de mármol hasta el primer
salón de piso reluciente y plagado de exuberantes plantas de tipo ornamental
puestas estratégicamente. ¡El enorme placer de ser rico y tenerlo todo a
disposición con sólo triscar los dedos!, exclamó distraídamente la Jenny lamentándose
quizás de la reciente oportunidad perdida. El frío áspero y cortante de la
noche me produjo mareo y ganas inmediatas de vomitar. Miré una de las maceteras
cerca. Ojo marica con vomitarte ahí, no estás en tu pocilga, me dijo la Jenny al
advertir mis intenciones. Quedaría al menos como abono, pensé.
Abordamos el land cruiser del costeño
Arrechea, que para una mejor y más genuina interpretación eufónica de su
apellido preferíamos decirle Arrechín de entrada, y partimos casi puntuales a
cumplir con nuestra impostergable cita con el destino. El gordo Bustamante
cantaba con voz de barítono sublevado su habitual “gracias a la vida, que me ha
dado tanto” Y todos a la vez respondiendo en coro “no hay de qué, gordito
hijueputa care nalga”… La Jenny se agarraba de eso para acabar de joder al
pobre gordo con toda clase de bromas y disparates salidos de tono. Ya, dejalo,
el pobre gordo no tiene la culpa de haber nacido tan amplio, eso viene de
atrás, herencia familiar. Si claro, de atrás, de la pura nalga. Con la Jenny no
había caso. Gozaba con las desgracias ajenas. Sacándole provecho a todo con tal
de gozarse la vida a costa de los demás. Angélica, que iba en el asiento de
adelante, giró un poco la cabeza para decirnos: “¿No hubiera sido mejor idea
quedarnos esta noche donde Joana? A ti que te parece, Bustamante. Su atención
desmedida y gran hospitalidad son actos generosos que no deben desdeñarse.
Sino, pregúntenle a la Jenny, ¿verdad, mamita? Esa es la ventaja de tener
amistades de tan alto calibre y con una cuenta corriente disponible y claro,
patrocinada por los sentimientos de culpa de un padre desnaturalizado. ¿Qué se
imaginan que pudo quedarse haciendo la pobre niña rica sola y abandonada en su
cuna de oro? ¡Apetito nunca tuvo acabada de copular!... Yo nunca sería capaz de
acostarme con una mujer. Y menos por dinero. O bueno, sí. Miento.
Sí, me he acostado con la única mujer por la que daría mi vida: mi
madre. En mi casa no había sino una sola cama. La vida para ambas era muy dura
en ese entonces. Sigue siendo dura y llena de dificultades. No hay ninguna
buena filosofía que lo explique. Hay que seguir perseverando para alcanzar. Hay
que seguir alimentando el alma de buenas acciones para alcanzar la santidad
deseada. No quiero dejar un reguero de mala mierda por ahí tirada. Ponte firme
por una vez en la vida gordo marica. Reacciona de una vez que vos no sos menos
que nadie. Tanta marihuana te está reblandeciendo el cerebro. Vas a terminar
andando solo y hablando con los postes de la energía. O con un caballo como le
pasó a Nietzsche. Ojo con esa mierda gordito, hazte pasito para que no sientas los golpes tan
duro.
Angélica no se andaba por las ramas con nada
ni con nadie a la hora de expresar sus opiniones. Sus gafitas decididamente
anacrónicas le daban ese inconfundible aire intelectual de la estudiante
universitaria que ella aborrecía ser por “ilógico y morboso”. Mas sensato y
compadecido el gordo Bustamante se atrevió a decir: “No hay que ser tan duros
con la pobre Joana, en el fondo vive su propia tragedia, teniendo en cuenta lo
que le pasó. No es ninguna cosa agradable ser abusada por su propio
hermanastro. Que así y todo padezca retardo mental no se le justifica en nada
lo que hizo. Claro que con semejante lempo de hembra al lado es difícil evitarse
un mal pensamiento. Yo no es que sea morboso ni pervertido. Pero cuando las
circunstancias apremian hay que darle gusto al cuerpo. En este asunto del
pretendido ultraje a la niña hay un embrollo. No faltan las otras versiones,
las de adentro, la servidumbre, que
contradicen el argumento oficial. Parece, parece, a mi no me consta, que fue
ella solita la que sometió al muchacho a una presión insoportable,
manteniéndose el asunto como un juego de niños dentro de la enorme casona,
mientras mami jugaba a la canasta y papi volaba en avión a reunirse con los de
su calaña. Cuando al fin los descubrieron en plena acción los aterrados
progenitores enmudecieron de pavor. ¡Hemos creado a dos terribles monstruos!
¡La niña no tiene la culpa! ¡El niño peor, está enfermo, y delira por las
noches! ¿Qué hacemos ahora? ¿Qué castigo les impondremos? Se acordó por
unanimidad paterna que había que separarlos, ponerlos lejos de todo alcance maligno. La tía de New Jersey. Claro,
no lo habían pensado. El espurio queda bien allá. Y a la niña de mi corazón, mi
tierno angelito desflorado, desolado y desconsolado con sus alitas rotas,
concederle la tortura del encierro en la fastuosa mansión familiar con un séquito de sirvientes de librea y corbatín
a bordo. Vaya castigo ejemplar. Y regenerante. Todos cometemos errores en esta
vida. Unos más trascendentes y abominables que otros. Pero los cometemos sin
percatarnos casi. ¿O tú que opinas, Angeliquita de mi corazón? Tu opinión se
hace es urgente e incuestionable en este terrible caso de trauma y dolor familiar
que tratamos. No nos prives por lo que más quieras del efectivo poder de tu
elocuencia. ¡Cuéntanos, oh musa, la historia de esta esquiva pero opulenta
muchacha y sus varios senderos, que anduvo errante mucho tiempo después en esta
sagrada ciudad, y vio muchas cosas de hombres y conocer de cerca su talante,
obteniendo angustias sin nombre en el mar de sus dudas, tratando de asegurar la
vida y el retorno de sus sueños de niña buena dispersos en el desorden
sempiterno de su cuarto!...
Angélica, que había permanecido silenciosa
durante todo este tiempo, sumida quizás en el mar proceloso de sus terribles
pensamientos, respondió con impavidez: Hace
falta un poco de yerba para aclarar la mente. A propósito gordito degenerado:
para quienes no saben, o se resisten a saberlo, la marihuana no tiene químicos.
Y los que saben, dicen que la marihuana tiene más de 400. El hecho de que
algunos químicos sean extraídos de plantas o animales no quiere decir que no
son dañinos. Y la marihuana tiene muchos de ellos, hermanitos de gracia. La
marihuana es la sustancia que más deteriora la atención, la concentración y la
memoria, por lo que se considera como
una de las más importantes causas de dificultad en el aprendizaje. Por eso
digo: fumando espero la locura que yo más quiero. La divina locura, la que nos
integra al cosmos y nos muestra el origen de los verdaderos dioses, el
verdadero paraíso donde iremos a acampar algún día. Que mi reino tampoco es de
este mundo les digo. Va a favor de cualquier derecho fundamental. Los que son
como tú y como yo, gordito de mierda, llevamos en el corazón un poco de
cordura, y en el cerebro llamaradas de amor. Jenny, eres una vieja zorra, y te
mueres de las ganas por fornicar con Rimbaud. Si, te digo bien, Rimbaud, el
joven tragón, ¿te acuerdas? ¿Lo conoces? Gorra de muaré… Picha de marfil,
lavabo muy negro, Paúl-gordito de mierda Bustamante atisba el armario, proyecta
lengüeta sobre cabeza, se apresta, varilla y diarrea. Já. No te me hagas. Te
conozco bacalao. El humo de esta yerba me hace ver clarito. Nítido. A mí no me
engaña nadie. Y no es ningún puto cuento. Veo lo que ustedes son, lo que
ocultan, lo que esconden bajo esa atractiva vestidura. Jenny, ven acá mi amor,
te presiento aquí donde te estoy señalando, marcando con el dedo. Jenny, sé
buena, sé juiciosa, no te hagas de rogar, cariño.
Pero Jenny, en esos momentos, había entrado
rápidamente en acción. En un principio tenía colocada una mano distraída en mi
entrepierna. No me quedó difícil acomodarme en la estrechez del asiento
facilitando lo que sería la consecución plena de su objetivo. Una sonrisa de triunfo se posó en
sus labios húmedos y voluptuosos. “Estás ebria y trabada –le susurré
persuasivo. No es buena idea que sigas adelante. Van a darse cuenta. ¿Pretendes
ensuciar más tu reputación? Al menos espera a que lleguemos a algún sitio. Digo, si no tienes otros planes más urgentes en
mente. Olvidaba tus preferencias. Angélica se te está insinuando
descaradamente. Eres ciertamente tan impredeciblemente zorra como Joana. Y tan
cínica e inescrupulosa como Angélica. Pero está bien. Me atraes. Me enciendes
la libido. ¡Me causas buenas sensaciones! ¡Tienes unas manos prodigiosas de
avezada exploradora! Y con eso me agradas cuando me buscas. Has aprendido mucho
al lado de estos dos demonios, Joana y Angélica. Nunca llegarás a ser como
ellas, claro. Pero tienes iniciativa y muchos deseos por salir adelante. Tu
poder se concentra en tus manos, niña. Ahí reside esa infinita capacidad para
encender las pasiones más abyectas y desaforadas. Y someter finalmente a tus
víctimas a un estado de indefensión total. Terminas convertida en una
implacable pero encantadora reina de naciones. Sometiendo y humillando. Pero no
me engañas. En el fondo sigues siendo una vulgar mujerzuela con pretensiones de
condesa. Pero tienes clase, estilo, dotes de artista. Este medio está lleno de
artistas y payasos. La representación lo exige. Te ubicas a la altura de las
mejores. No pienso dejarte tan fácilmente. Me gustas. Me fascinas. Me enloqueces
con tus locuras. Y para mi desgracia, estoy por creer que te amo
desesperadamente. No importa que sigas complaciendo los caprichos sexuales de
la insaciable Joanita. Yo sé que ella está igualmente enloquecida contigo. Y
aparte de disfrutar las delicias que le brinda tu cuerpo dócil y complaciente,
ha empezado a aficionarse a otros hobbys más peligrosos. Ya sabes a lo que me
refiero. Necesito que sus emociones aumenten de nivel. Que se enloquezca más de
lo que está y pierda el control absoluto
de su voluntad. Solo así la tendremos enteramente a nuestra disposición.
Y tú, mi cielo, serás la pieza fundamental del rompecabezas. Tienes que
colocarle un cielo de colores a sus
párpados insomnes. Y una gran ansiedad en la punta de su lengua. Que sienta el
latido rápido del corazón en sus venitas azules. No tardará en invitarte a su
excursión a marte o a la luna lunera cascabelera ojos azules piel morena.
¿Recuerdas La Reina del Tarot de Genie Nable? Yo deseo la reina azul del
Tarot me ha dicho dos veces si deseas
ten cuidado me dijo y recuerda que
Brueghel trató de mearse en la luna, Blake y los patriarcas trataron de llegar
a ella con una escalera y Nasamán ha
instalado un campo de golf –así que no repitas tú los mismos errores Oh madre Tarot yo estoy demasiado cansada y solitaria y solo quiero dormir y masturbarme a la luz de la luna… Ahí la tienes a la
muy ingenua, no tardará te digo en incluirte en sus ensueños de niña rica. Lo
hará por amor. Y por amor llegará más rápido a su perdición. ¡Es como para
perder la cabeza! ¡Ella la perderá enterita por ti mi amor!...
Y Jenny la estaba perdiendo en ese momento
dentro del campero sin importarle nada.
Sus dedos finos y delicados se introdujeron diestramente por mi bragueta. Sentí
el revoloteo de terciopelo sobre la
llama coagulada de mi antorcha invencible. El humo que exhalaba Angélica nos
envolvió a todos como una mortaja transparente. Era como un algodón de azúcar
en la clara mañana de un parque cubierto de mariposas azules. Nos dio la
dulzura de la vida y de la muerte en tercera dimensión. Vi a una Jenny bella y
esplendorosa flotando en medio de su cabellera roja. Su boca, su lengua, sus
dientes, su saliva, y toda esa ansia desaforada por parecerse al Joven Tragón
del poema de Rimbaud hicieron el resto.
Ricardo Figueroa-La Máquina de Escribir/ Autor.
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