Confesiones inesperadas

 

Nací el 28 de junio. 1960. Papá tenía una pequeña libreta con anotaciones. Fechas de nacimiento de sus hijos. En lo que corresponde a mí, dice: Ricardo Nicolás nace el día viernes, a las 2:40 de la tarde. Atendió el parto el doctor Gerardo Bastidas, en nuestra residencia. Papá tenía 32 años. Mi madre 24. Ocurrió en Pasto. Con poco menos de un año (por las fotos de aquel tiempo deduzco que   así fue) nos trasladamos a Cali. Aquí nació mi hermano Felipe Andrés. 28 de febrero. 1962. Miércoles. Vine a tener conciencia de mi existir en Buesaco, Nariño. Tendría yo escasos cuatro años. Vivíamos en una casa a la que le decían "la casa campesina". Ahí nació mi hermano Emilio José. Parto atendido a última hora por una enfermera del puesto de salud de nombre Esther Toledo. Vivía a sólo cinco casas de la nuestra. Al papá tomarlo en las manos el cuerpo del recién nacido se le resbaló cayendo directamente al piso. La enfermera alcanzó a gritar diciendo "¡se mató!" Recogieron el cuerpo envuelto en el cordón umbilical. Empezó a amoratarse. Algún procedimiento desesperado tuvo que realizar la enfermera. El niño reaccionó pegando berridos agudos. El peligro había pasado. 30 de septiembre de 1964. Miércoles. De mi hermana Alba María tengo vagos, muy confusos recuerdos de su llegada. Me refiero a los pormenores del nacimiento. En Buesaco también. Mayo 25. 1966. Miércoles. Misma casa. Misma enfermera. Papá trabajando en la alcaldía. He recordado para escribir. Para que otros lean y sepan como fueron las cosas. Aprendí a leer a los seis años. Lo de escribir surgió casi que al tiempo. Mi vida no la podría concebir de otra manera. He viajado poco. Y con los escasos lugares que conozco es suficiente. Pero mi mente ha viajado mucho. Haciendo recorridos incansables por el gran mundo. Por sus diversas épocas y acontecimientos de la historia. Cada que yo salgo de la casa tengo por costumbre despedirme de buena manera. Con las mejores palabras, con las mejores intenciones y deseos, como corresponde ante una situación de ausencia temporal. Para mí significa mucho hacerlo con las personas que amo. Mi esposa y mi hija. Sale uno a la calle ignorando por completo los imprevistos que se puedan presentar. No es que uno se haya vuelto fatalista a fuerza de pensarlo.  Pero las circunstancias actuales de inseguridad que vivimos nos exigen  andar con los ojos muy abiertos.  De ponernos a salvo, si se quiere. Aunque, la verdad, es que jamás sabremos de qué matorral salte la liebre y nos caiga encima. Son muchas las personas que, yendo incluso a la tienda de la cuadra por un pan, perdieron el rumbo de regreso a su casa. Y no justamente porque les atraiga la aventura y la diversión. Son engañados. Secuestrados. Escopolaminados. O simplemente asesinados bajo cualquier circunstancia incierta. Y no es lo mismo regresar dentro de un cajón a volver caminando por sus propios medios al hogar de donde se sale. Por eso la importancia y la necesidad de despedirse de la mejor manera. Con una sonrisa en los labios. Demostrando cariño. Afabilidad. Amor. Que no queden disgustos ni resentimientos anidados en el corazón. Porque eso dura para siempre. Para toda la vida. ¿O será que con el arrepentimiento y los cargos de conciencia se puede vivir en paz? Yo le concedo mucha importancia a un abrazo. A un beso. A una palabra de amor, cuando el abrazo y el beso nacen del fondo del corazón. Y la palabra, la sagrada palabra sostenga y fundamente esos sentimientos. ¿O es que cuando hablas con tus hermanos no experimentas eso? Yo te aseguro que sí porque son tus hermanos y los quieres y los amas y le pides a Dios que nunca les pase nada. Y el llanto, las lágrimas, son prueba de ello. Porque uno no debe llorar solamente ante la desgracia sino ante la dicha de saber que en la casa reina la unidad, la comprensión, la hermandad, la solidaridad, la paz, la armonía. De felicidad también llora uno. A los hermanos se los siente vibrar en las honduras del alma. Aunque no todos sean iguales. Como los dedos de las manos. Difícil entender eso. Y  saber cómo eres dentro de ese complejo mundo interior que te conforma y nos conforma a todos por igual. Solamente uno, a partir de su esencia y naturaleza, sabe realmente quién es. Y se muere, y muchas cosas inéditas de su carácter y de su personalidad se van con uno. Esos “misterios”, esos “secretos”, esas recónditas tentaciones y emociones que se albergan ante muchas situaciones de la vida son parte del rompecabezas de nuestra lograda o frustrada existencia. La disyuntiva expuesta en Hamlet nos lleva a cuestionar el paradigma del ¿Ser o no ser?  Es por eso que yo llevo un registro pormenorizado de mis asuntos ,de mis conductas, con la esperanza de establecer mi  identidad ante la opinión de los demás. Que no surjan discrepancias ni contradicciones. Que vivan y dejen vivir.  Aunque parezca presuntuoso decirlo, yo no soy una persona normal, del común. Soy alguien que encontró en los libros la manera de trascender a un plano superior, eso que para el vulgo resulta incomprensible y carente de todo interés. Gracias a los libros, y a la aplicada lectura de los mismos, pude conquistarme el derecho a incidir en el saber cultural e intelectual y recibir elogios por eso. Y si hoy estoy gozando de un privilegio, como es el de estar disfrutando una etapa distinta en mi vida, es porque gracias a mis conocimientos y capacidades lo pude lograr. De haber sido un rústico y un ignorante no lo habría conseguido. La fortaleza de mi mente me permitió llegar al objetivo propuesto. Y falta lo mejor, lo que con esa mente he venido creando, y que a veces se critica con cierta sorna “porque no se ven resultados”. Ya se verán. Y cuando eso suceda, que no se vaya a decir después “es que no sabíamos” Habiendo o no resultados, para mí será siendo lo mismo. Lo que realmente importa es el provecho obtenido a nivel personal. Que haciéndolo, le saqué provecho a la vida. Esa íntima satisfacción es lo que al final cuenta. Este mensaje no pretende ser motivo de contienda alguna en particular.  Ni contiene la categoría de un ciclón en general. Pero queda en mis documentos como registro de mi acontecer existencial. Las palabras se las lleva el viento, pero lo que está escrito, escrito queda. 

Nicolás Figue/ Vocesdispersas-marzo 20 de 2023. Lunes









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