Un acto invisible de amor.
Cuando puedo,
cuando el tiempo
siempre esquivo y escaso
me lo permite,
salgo con sigilo de
la casa,
recorro las tres
cuadras que me separan del sitio
donde debo abordar la
buseta, la Sultana,
me acomodo en
cualquier asiento,
ojalá que tenga
acceso a la ventanilla,
me gusta ver el
paisaje,
el mismo paisaje
visto cincuenta mil veces visto,
durante ya veinte años
seguidos, supongo,
así que son muchas
más veces,
pero que nunca me
entristece ni me abstrae,
todo lo contrario, me
llenan el alma de una alegría infinita,
siempre nueva,
siempre
reconfortante. Es mi camino de entrada y
de salida
a mi logrado paraíso,
donde con esperanzas
puestas a volar sobre nubes,
fundé un sueño
llamado hogar, familia,
felicidad en el más
amplio y sagrado conjunto
de la expresión.
¿A qué voy ahora? ¡A
comprar libros!
Libros que me hacen
falta, que debo leer,
o que ya leí y quiero
volver a tener por haberlos perdido.
Quiero que mi casa esté llena de libros,
y aunque nunca, que
yo recuerde, motivé a mi hija, a leerlos,
convencido que tomará
ella su propia iniciativa,
los pongo uno a uno
en la biblioteca para que sean de ella,
para que cuando yo no
esté, diga aquí sigo viendo a mi padre,
callado pero diligente,
poniendo en orden sus
libros, tocándolos, acariciándolos,
hablándoles en
silencio, como si al tacto les despertara su alma,
su magia de siglos.
Y por supuesto que
entablo un secreto diálogo con ellos,
con mis autores más
queridos,
les digo que ellos
nunca morirán, así lo hayan hecho
en algún momento del
tiempo y de la historia,
un traspiés, una
casualidad, un mal sueño quizás,
no muere quien
construye, quien edifica y se erige como bastión
de la humanidad. A
ellos, a mis libros, a mis escritores inmortales,
les pido que le
guiñen el ojo a mi hija, a Marcelita,
un acto invisible de
amor que le durará toda la vida.
Nicolás Figue/
Vocesdispersas-enero 29 de 2022
Me gustaría mucho poder contar con ese don que tienes pa, espero poder llegar a ser como tú 💜
ResponderEliminar