Orden al desorden.






Tres días ya del retorno.
Ocho y veinte de la noche. La lluvia persiste
sobre el techo metálico y el ruido venido
de las máquinas. Los hombres caminan
poseídos del cansancio y las ganas
de tirarse sobre la ceniza. Las ganas de reír las apagaron.
O quizás las tienen guardadas para cuando suene el pito
de la libertad programada, la que sólo
les concede un breve tiempo de reencuentro
con lo que más aman, odian o detestan.
Avanzo sin reconocer a nadie,
sin reconocerme en los minutos irrespirables
de una jornada densa como una manta sucia de espanto.
Es lo que te libra de andar arrastrando
cargas más incomprensibles
sueños arrancados de raíz como ya en otro tiempo la vida,
el destino, lo hicieron midiendo el tamaño
de la angustia, de la desesperanza nunca estipuladas.
Prometiste darle orden al desorden. Dijiste que peor
era nada. Encontraste el cielo visitando
un nuevo infierno.

Autor: RICARDO FIGUEROA/LaMáquina-deEscribir.
Septiembre 13 de 2018




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