El Mensajero
Da la casualidad que estando yo sentando afuera en el andén, y me llega. De entrada no le dije nada. Esperé a que hablara. Igual, era demasiado tarde. Un perro callejero se aproximó buscando amistad. Le dije con la mano extendida que se fuera. El lugar para eso no era propio. Moviendo el rabo el perro lo pensó un poco. Se alejó, desilusionado. El que acababa de llegar movió muy rápidamente el brazo. Fue lo último que distinguí del asesino antes de hundirme en la oscuridad de su odio.
Autor: RICARDO FIGUEROA/LaMáquina-deEscribir.
Septiembre 14 de 2018
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