LA INCREÍBLE Y TRISTE HISTORIA DE LA CASTA VIRGINORA Y SU MADRE DESCONFIADA
LA INCREÍBLE HISTORIA DE LA CASTA VIRGINORA Y SU MADRE DESCONFIADA.
Virginona, como su sólo
nombre lo revela, era una bella muchacha del pueblo a quien su recelosa madre
siempre tuvo bajo estricta vigilancia
por temor a que fuera a deshonrarse con cualquier aparecido.
La muchacha crecía y se
daba cuenta de la belleza intacta de su cuerpo pero también de los calores
súbitos que fluían de él. Se dijo que debía tener un novio como todas las
muchachas de su edad, pero con la desconfianza y la severidad de su madre veía
muy lejanas las posibilidades de tenerlo. En la casa de enfrente vivía Santiago
Rada, hijo de don Martín Rada , miembro activo del ejército en el grado de
Teniente, y doña Consuelo Alegría, piadosa dama muy reconocida por su
permanente labor social con el grupo de la tercera edad auspiciado por la
parroquia del padre Roque. Gente muy buena toda y dispuesta a quitarse el pan
de la boca para dárselo al hambriento.
El más hambriento parecía ser el joven Santiaguito pues desde hacía
algún tiempo venía asediando a su hermosa vecina con requiebros y muestras
fervientes de estar muy enamorado de nuestra esquiva Virginora.
Un buen día Virginora
le dijo a su madre que un amigo suyo muy querido y muy respetable le había
extendido una invitación a salir. El mensaje, lanzado con certera puntería
desde afuera, entró por la ventana justo cuando Virginora se preguntaba “¡por
qué a mí, por qué a mí!”, aludiendo
quizás a su triste condición de cautiverio cuando todas las muchachas reían y
paseaban por el pueblo, solas o acompañadas. Desenvolvió apresuradamente el papel que venía
atado con cinta roja en una pequeña piedra y leyó con el alma en vilo: “Tienes
que salir y conocer gente, Virginora, no puedes pasarte los días encerrada en
tu casa como si pagaras un castigo, un delito. El único delito es que eres muy
bella y tú no puedes privarte de las bondades y alegrías que ofrece la vida.
Sal y disfruta antes de que sea demasiado tarde. Te espero. Tu fiel admirador,
Santiago”.
Tal proposición le hizo
estremecer el cuerpo, el alma y el ansioso corazón a Virginora. La emoción hizo
que cobrara fuerzas de donde no las tenía para enfrentar a su madre. El
problema era cómo empezar a decírselo. Pero la chica no estaba dispuesta a desaprovechar la
ocasión y se decidió. Era ahora o nunca. Su intransigente madre tenía que ceder
y comprenderla. Ya no aguantaba tanto encierro mientras afuera la vida bullía
con todos sus ventajas y encantos. Se echó la bendición antes de salir del
cuarto.
La madre estaba
recitando una incomprensible perorata a San Pancracio en momentos en que
Virginora invadió con paso firme el sagrado recinto de las oraciones. “Mami,
estoy cansada de estar llevando esta vida tan simple entre cuatro paredes,
necesito salir, conocer gente, hoy viene un amigo, el hijo del Teniente Rada, y
vamos a dar una vuelta por el pueblo, le informo que iré cuésteme lo que me
cueste, así tenga que pasar por encima de su cadáver, así que dígame pues,
espero su respuesta, mamá”
La madre quedó atónita,
petrificada en el abollonado asiento, con el libro de las oraciones a punto de
caer de sus temblorosas manos. Pero en ese momento debió acudir San Pancracio
en su auxilio y por supuesto en favor de la muchacha porque lo que sucedió dejó
aún más asombradas a ambas. La madre, mirando con ojos amorosos y comprensivos
a la bella muchacha, le dijo: “No necesitas ser arrogante, hija, entiendo lo
que te está pasando y como madre haré lo que esté a mi alcance para darte
bienestar, conozco al hijo del Teniente Rada, Consuelito es muy querida conmigo
también, aquí no hay de qué preocuparse, Santiago es un buen muchacho, juicioso
y demás, tienes mi autorización para que salgas con él, pero con una condición:
Que se me reporte cada media hora para saber lo que está pasando con ustedes,
no más, un reporte cada media hora, ¿entendido? ¿Me entendió?”
A Virginora no le
pareció excesivo el requerimiento impuesto y aceptó resignada. Se dirigió
corriendo a su cuarto con el corazón latiéndole a mil, miró por la ventana con
la esperanza de ver a Santiago y confirmarle la noticia. Quiso el destino que
el muchacho asomara la cabeza y al ver a Virginora con el rostro irradiando
felicidad al otro extremo, no tuvo necesidad de convencerse que todo estaba a
su favor. Al rato se encontraron afuera, en la calle, siendo éste el
acontecimiento supremo en la vida de la casta Virginora, el que la llenaba de
gozo y felicidad desbordada.
Transcurridos los
primeros treinta minutos se produce el primer reporte de Virginora: “¡Hola
mamá, estamos en un sitio estupendo, Santiago se está portando de maravilla
conmigo, hay muchas personas reunidas y bailando, pidió dos bebidas para
refrescarnos, el ambiente es increíble, te amo mamá!” La madre emprende
entonces su normal andanada de recomendaciones y advertencias donde le recalca
que en esos momentos ella, sólo ella, dependía de sí misma, y que por lo tanto
tenía que pisar con pies de plomo para no ir a cagarla.
Segundo reporte: “Habla
Virginora, la estamos pasando bueno mami, aquí la rumba va sola, full hd,
Santiago baila que ni te imaginas, todo un campeón, pero no se preocupe, estoy
tomando las cosas con mucha seriedad y él parece entenderlo así, los
traguitos me han puesto muy contenta a
pesar de todo, chao mami”
Tercer reporte: “Habla
Virginora, Santiago no se aguantó más y me declaró su amor, me dio unos
besitos, pero tranquila mami, control y pies de plomo, lo tengo muy claro”
Cuarto reporte: “Habla Virginora, entre tantos besos y
caricias, Santiago me pidió que saliéramos un ratico afuera, a tomar el aire
fresco, me dice que por los lados de la caballeriza la noche es más tranquila y
se pueden contemplar mejor la luna y las estrellas, me salió hasta poeta el
muchacho”
Quinto reporte: “Habla
Virginora, la recuerdo mucho, mamá, con inmenso cariño, pero es demasiado el tiempo
que yo perdí metida en la casa contemplando cuatro paredes, le agradezco todo
lo que hace por mí, sus preocupaciones y cuidados, pero ya soy una mujer y debo
responder a mis propios deseos, te amo mamá”
Sexto reporte: “Habla
Virginora. ¡Que linda y romántica está la noche, la magia que tiene es
increíble, desde el pasto tierno y húmedo se ven hermosas las estrellas y esa
luna grande y redonda como una almohada, oh, oh, oh, metida en esta sombra de
verano soy feliz, muy feliz!”
Séptimo y último
reporte: “Hola mami, he cumplido, le habla…nora
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