Amigos cercanos, amigos lejanos, pero amigos, siempre.

 Cuando se aleja uno de la gente, no porque haya una inconveniencia o un disgusto, sino porque ahora el tiempo es diferente, ya  se está apartado de ese centro de interacción donde con los amigos se encontraba y se hablaba de todo, cuando eso pasa, entonces alguien que se acuerda de uno y lo contacta, generalmente por messenger o por Whatsapp, lo primero que le dice o pregunta es ¿Y vos qué estás haciendo, vé? , y las ganas de responderle "no, yo aquí, escuchando Olímpica", ahí como para empezar la risa, pero no, primero porque yo no escucho Olímpica, y segundo, porque le queda difícil a uno explicar cosas o situaciones que son de carácter estrictamente personal que no deben ser de la incumbencia de los demás. Sin embargo la cortesía y la amabilidad deben estar siempre por delante, y es ahí cuando se tiene que ser comprensivo y decir "Yo, la verdad, estoy haciendo un gran esfuerzo por seguir vivo dentro de unas circunstancias irreales que son más bien el producto de una novela de Kafka" Y claro, como me la he pasado en un sillón leyendo al autor checo, me queda fácil explicar y entenderme yo mismo. La otra persona, que posiblemente no conozca y le suene raro el nombre de Kafka, tendrá alguna frase piadosa para decirme "cuánto lo siento, no sabía que esa enfermedad fuera tan grave" Queda entonces uno con la sensación de estar siendo visto en otro mundo, ya no el que nos corresponde, y ahí es cuando se confirma que toda separación y toda distancia tiende ese halo de indiferencia, ¿de desdén, quizás?, por el amigo que ya se desligó de ese núcleo central de participación y camaradería anteriores. "Es que te digo una cosa, Figue, uno es importante y lo reconocen cuando no se ha ido, pero después que uno se va lo tiran al olvido" Me lo dijo hace dos días uno de los compañeros que se pensionaron hace ya tres años, que vive a pocos kilómetros de aquí del Poblado, y que no se explica el cambio tan abrupto de aquellos a los que consideraba sus amigos. Por un momento me sentí aludido, hasta quise decirle que me disculpara en cuanto a lo que a mí correspondía, que no era falta de aprecio ni de gratitud, pero que cuando,después de estar trabajando 41 años seguidos, de repente se ve uno libre como el viento, el horizonte se ve más amplio y el tiempo más corto para alcanzarlo. Eso no es disculpa, desde luego, pero en la mente le empiezan a trabajar otras expectativas, y en mi caso, por ejemplo, tiene que ver con los libros, la lectura, y la escritura. Y acerca de este compromiso me he trazado un plan bastante metódico de cubrir cada uno de esos aspectos para no desaprovechar un minuto del día: me levanto muy puntual a las seis de la mañana, que es la hora de máxima quietud en la casa, hago mi oración diaria, envío los mensajes de Buenos días a un grupo de amigos del Whatsapp, me preparo un café, no puede faltar, y entonces sí me siento a escribir en el computador. Lo hago hasta las diez u once de la mañana. Por la tarde, después de almuerzo, reviso un poco el trabajo de la mañana y me pongo a leer. Si, a leer, porque tengo libros que compré pensando en este nuevo ciclo de mi vida, un acto justo de previsión, y les confieso que apenas puedo sigo comprando más libros aunque con la incertidumbre propia de que el tiempo es implacable y los azares del destino, impredecibles. Pero nunca pienso en eso sino en mis retos y metas propuestas. Andrés Caicedo, en una de sus cartas, dijo "Yo, con que pueda disfrutar un libro en inglés (se refería a su tiempo de estancia en EEUU), estoy contento. Cuando yo no escribo, tengo malos pensamientos. Y eso es como sentirse lleno de hormigas, que es lo mismo a sentirse con un brazo dormido, esa sensación tan desagradable" Digo, o revelo mejor esto, para que mis amigos sepan, cuando me lo pregunten, qué hago o a qué me dedico a mis 63 años de existencia que, si lo asumimos con un trasfondo de benevolencia kafkiana, es ni más ni menos que  el caso de Gregorio Samsa cuando al despertar una mañana, tras un sueño intranquilo, encontróse convertido en un monstruoso insecto. ¿O en un egocéntrico gato?

Nicolás Figue/ Vocesdispersas-agosto 18 de 2023




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