LA ÚLTIMA OPORTUNIDAD






El reloj marcó las once y cuarenta de la noche. Miré a Ángela. Ella echó su largo cabello rubio a un lado del cuerpo. Saqué el cuaderno y escribí: son las nueve y cuarenta, ella sabe lo que tiene que hacer, lo prometió, no debe resistirse ahora. Cerré el cuaderno esperando una respuesta. Está bien, dijo, no tengo opción, le dí mi palabra, soy yo la que tiene que asumir las consecuencias, usted no tiene la culpa, es más: fui yo quien le busqué, quien le insinué, quien empezó todo. Y quitándose una a una las prendas de su vestido quedó completa y absolutamente desnuda. Ángela, le dije, debes ser muy consciente de lo que haces. Dentro de seis horas saldrás de aquí y te reunirás con tu marido. Él no tiene la menor idea de tus planes. Confía en ti. Te cree una santa, no una desvergonzada. Tu trabajo en este restaurante no debe ser un pretexto para ocultar las ansias permanentes de sexo que te consumen. Eres una ninfómana con carita y sonrisa de ángel. No en vano te llamas Ángela. ¿Es que acaso eres infeliz al lado de tu marido? Por lo visto no lo quieres. No representa nada para ti. Debes decírselo. Con la verdad por delante le evitarías problemas. Tal parece que te complaces en actuar con doble cara. Al lado de él pareces una mujer dichosa. Lo muestran las fotos que subes a las redes sociales. El matrimonio perfecto. Eres bella pero muy peligrosa. Ángela la insaciable. ¿Con cuántos más de este negocio de has acostado? Ríes. No es problema mío. Eso lo sé. Pero resulta que me estoy enamorando de ti. ¿Lo sabías? Y por tu culpa estoy arruinando mi propio matrimonio. Soy un maldito desgraciado al dejarme llevar por tus devaneos. Me siento como un juguete en tus manos. Ahora mismo veo tu desnudez y me estremezco de placer. Imposible contenerme. Imposible no arrojarme sobre tu cuerpo y saciar todas mis ansias y deseos desbordados sin pensar en nada. Solo en querer morir contigo para que este amor sea uno solo con la muerte. Nunca, óyeme bien, nunca me acostumbraré al hecho de saberte ajena. De que alguien más te toma con autoridad y te somete a sus caprichos. Eres una adorable puta mi amor. Dime que sigue ahora. ¿Lo que sigue ahora?, me dijo Ángela contorsionando provocativamente su cuerpo junto a la mesa. Lo que sigue ahora -prosiguió- es lo mismo que hemos estado haciendo juntos todo este tiempo que llevamos trabajando aquí como esclavos. Limítese a seguir la rutina. Hágalo sin pérdida de tiempo. En pocas horas llegaré a casa. Ya se imaginará. "Voy a darte como a rata" me dice él antes de acostarme a dormir. Lo hace y dice por amor o por venganza. Algún día lo sabré. Quizás antes de morir lo sabré. Así que afánese. Puede ser también su última oportunidad.


RICARDO FIGUEROA/ LaMáquina-deEscribir/ Autor.

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