La libertad de expresión.





Me han dicho los que ya me conocen "es que le metés mucha política al face", con lo cual quieren decirme de una vez por todas que dejé de lado otros temas quizás "más divertidos" y desprovistos de polémicas y discusiones sin sentido. Claro que tiene mucho sentido eso de querer expresar unas opiniones que abarquen un bien común, un deseo de cambio, de justicia e igualdad en nuestra amada Patria. Si nosotros como ciudadanos no tomamos consciencia de la realidad que vivimos aportando al menos una idea que genere cambios en nuestro entorno social es porque estamos dormidos o simple y llanamente nos importa un rábano el estado de cosas que afectan el interés común. Sea por incredulidad, por escepticismo, por desconocimiento, por rabia, por fanatismos exacerbados, por no ceder en nuestras creencias, por considerarlas una verdad suprema e incontrovertible, inmune a propuestas veraces que la modifiquen o le den distinto significado, sea por esto o por lo que en concepto de ustedes mismos consideran "su verdad", yo no juzgo ni descalifico a nadie como algunos de mis contactos sí lo han hecho conmigo. Eso para nada cambia el aprecio y la amistad expresada en todo momento compartido, son mis amigos. siguen y seguirán siendo por encima de esas diferencias de opinión y de criterio propias de una libre voluntad de ser y de pensar. Nada mejor que ejercer las bondades del libre albedrío en una sociedad truculenta y con unos integrantes oscuros que desde su pabellón de terror imponen modalidades atroces para obtener el silencio bienhechor que los proteja y favorezca. Ahí tenemos el caso más reciente del caricaturista Matador a quien de ninguna manera queremos ver conformando el mosaico infame de los patriotas famosos silenciados por el autoritarismo radical oficiando de juez y parte cuando los reclamos y protestas se vuelven fastidiosas e insoportables, ya suponen los resultados, la historia se ha encargado de reseñarlos con amplitud de detalles para escarnio de futuras generaciones. Es el pecado o quizás la contradicción de pensar y decir la verdad. "En un estado verdaderamente libre, el pensamiento y la palabra deben ser libres», dijo Suetonio hace un jurgo de años atrás en pleno albur del imperio Romano. Orwell lo sentenció de esta manera: "«La libertad de expresión es decir lo que la gente no quiere oír».

Ricardo Figueroa/La Máquina de Escribir-Autor.

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