Fragmento de un diario/ Diciembre de 1998.

No creo exagerar si te digo lo perfecta que es tu compañía en estos momentos. Te ves hermosa con tu vestido materno. Es cierto. Cuando te lo compré nos parecía un aditamento innecesario del que te parecía imposible disfrutar a plenitud. Me refiero a esos intentos fallidos donde el destino apagó esas grandes ilusiones. Dos momentos muy duros donde conocimos la impotencia de retener el desarrollo de dos vidas incipientes. Se fueron, Se nos escaparon. Se disolvieron con cada gota de nuestras lágrimas. Ahora todo parece ir bien. Eso de querer ser madre te ha sentado de maravilla. Que valga la espera. Es posible que nos hayamos demorado mucho pensando quien sabe qué. Necios que somos. Cuando nazca el bebecillo seguro nos reprochará tanta demora. Me lo imagino ahora adentro muy cómodo pero impaciente también por salir y ponerse a explorar el espacio que hemos preparado para él. ¿Como será? ¿Gordito? ¿Flaquito? ¿Arrugado? ¿Parecido a ti? ¿A mi? Ahora pienso que es mejor que sea niña. Si. Me gustaría que sea niña. Tendría una combinación de genes muy interesante tratándose de los dos. Desde que te vi me gustaste. Siempre te lo he dicho, Y en el fondo coincidimos en gustos y en desastres. ¡Una linda niña cachetoncita y peludita pero de mirada aguda e inteligente! Tenemos que aleccionarla con palabras sabias y muy cariñosas. ¿Y el nombre? El nombre que lleve nuestra hija será decisivo para complementar su formación y carácter. Hay que escogerlo pensando en ella, no en lo bonito que pudiera quedarle.Tiene que ser un nombre importante que la distinga en la vida. Y muy significativo. Que le defina su personalidad desde el mismo momento de ser pronunciado. Y por supuesto, que cautive también. Por ahí entre mis papeles tengo consignadas algunas definiciones acerca de la elección del nombre apropiado para nuestra primogénita. Lo hice hace muchos, pero muchos años, cuando ni siquiera tenía la más remota idea de casarme y tener una familia. Sin embargo lo hice pensando en que el momento llegaría y habría que estar preparados. Nada de estar improvisando lo que de hecho tendría que ser una realidad. Así que fui escogiendo y analizando los nombres. Empecé con Victoria, por la Reina Victoria de Inglaterra, quien ascendió al trono a los 18 años y se mantuvo en él mas tiempo que ningún otro soberano de Europa. Fue en la "era victoriana" que Inglaterra se convirtió en un país industrial y en una potencia de primer orden. Alejandra, por Alejandra Pizarnik, la poeta argentina que cantaba su locura poética imbuida de muerte en su vestido azul. La amo de verdad. Gabriela, por Gabriela Mistral, poeta chilena y Premio Nobel de Literatura en 1945, y por Gabriel García Máquez, el Gabo que me enseño con cada uno de sus libros a entender la literatura desde una perspectiva poética capaz de conmover las almas de los más escépticos. Sofía, por la niña que amó Novalis en su diario famoso. Adriana, porque me parece que contiene la feminidad pura de toda mujer exquisita ( de ahí que Moravia nunca se equivocó para caracterizar a la heroína de su libro). Elizabeth, por haber sido el único y gran amor de Edgar Allan Poe. Carmen, por la obra cumbre de Prósper Merimee, y convertida después en la gran ópera del compositor francés Georges Bizet. Andrea, indiscutiblemente por su perfecta connotación con Andrés, en este caso, Andrés Caicedo, quien le dio con su obra alas a mi mente para escribir, para hacer en esta vida quizás lo único digno y valioso que ningún ser humano se atreva jamás. Milena, por Milena Jesenská, a quien Kafka le dedicó sus cartas recopiladas luego en el famoso libro. Una lista apasionada la que me propuse realizar teniendo en cuenta mis admiraciones personales y preferencias artísticas, desde luego. ¡Qué lejanos me resultan ahora esos tiempos y qué bella oportunidad la que me ofrece la vida a tu lado esposa mía para echar a andar esos sueños! Son las cuatro y cincuenta y dos de la tarde de hoy jueves. Ha empezado a llover. Ojalá y no me siga llegando más trabajo. La entrada hoy de mercancía fue regular. Más tiempo para pensar. Para echarle un vistazo a los periódicos y quedar enterado de algunas noticias. Malas la mayoría, como siempre. Por la mañana tuve tiempo de pegar un recorte en la cartelera. Un artículo sobre "La autoestima en el centro del trabajo". Ojala lo lean y recapaciten los de adentro. Le echan la culpa a Julia y Cia. Moscodrilo, Como siempre sobrepasándose. Haciendo alarde de un poder que están lejos de ostentar. Sigue lloviendo. He tenido que bajar la cortina un poco. El agua termina llegando hasta acá. Olvidé decirte que hice café. Y el pan lo tenía comprado desde antes de llover. Voy a comerme la mitad. La otra te la llevo a tí mi amor. A las dos, mejor dicho. No olvido que somos una familia. Con una chiquita en camino. Cuando llegue a casa voy a hablarle mucho. A contemplar sus ojitos a través de ti.

Ricardo Figueroa-La Máquina de Escribir/Diciembre de 1998.

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