Escribo sobre el tiempo ahora que tengo tiempo.






El tiempo nos redime y nos carcome. Somos viles juguetes en manos del tiempo. La palabra tiempo va y viene por castillos y por tumbas. Hoy me acuesto con la horrorosa verdad del tiempo contado y me despierto cuando la señal se enciende y explota en el escenario de sombras donde me refugio: mis sueños. Mis sueños que se hacen pedazos y me instalan debajo de un chorro de agua fría. No hay reclamos. Ni voces que se levanten para devolverme a esa paz interrumpida. A pocos metros está la vía atestándose de vehículos. Hay un ruido, quizás un lamento, quejidos de agonía diríamos mejor ahogándose entre el peso de llantas ensangrentadas. Entre la vida y la muerte sólo hay un milímetro de distancia establecida por el tiempo. No hay peor diagnóstico decretado por la civilización que ése. El paso irrefutable del tiempo marcando sin compasión el rumbo de nuestros pasos.

Ricardo Figueroa-La Máquina de Escribir.

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