"Los poetas cuando escriben novelas, suelen hacer como si fuesen Dios mismo y pudieran abarcar con su mirada toda una historia humana, comprenderla y exponerla como si Dios mismo la relatase, sin velo ninguno, revelando en todo momento su más íntima esencia"-
Hesse.
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Nunca sabremos hasta dónde las palabras pueden determinar una forma de pensar y las acciones convencernos de estar haciendo lo correcto.
Hace mucho tiempo que me propuse escribir lo que fuera más relevante en mi paso por la vida. Escribir lo que me hace feliz y lo que me pone al borde de la tristeza, el llanto y la decepción. Incluso hubieron circunstancias muy duras que me provocaron lágrimas yo que soy tan renuente a dejarlas salir con facilidad. Mi temperamento ha sido fuerte y asimilo con estoicismo los golpes dados con intención o a mansalva. Que han sido varios y propinados cuando menos lo esperaba. Desde muy pequeño me refugiaba en la escritura de un cuaderno para anotar mis cosas. En muchos casos ilustré los textos con dibujos que copiaba de otros dibujos o que sencillamente imaginaba de acuerdo a la intensidad de mis sentimientos. En alguna etapa de mi niñez me obsesioné con la idea de dibujar casas. Nunca tuvimos una casa propia, viviendo en casas alquiladas siempre y con dificultades de por medio. Cuando a papá llegaban a cobrarle el arriendo salía con excusas por carecer de dinero. Papá mantenía mucho tiem
Carmen Helena. Así se llamaba la compañera de mi hermano Bernardo en el Banco. Era la compinche de sus andanzas bohemias. Soltera. Teme comprometerse. Aprecia su libertad por encima de todo. Vivir la vida es lo que le interesa. No se le conoce novio. Obvio. Hasta pensaron algunos, me dijo mi hermano, de que era lesbiana. Pero no, qué va a ser lesbiana por muy loca que aparente ser. Ese día, sábado, me dijo mi hermano, tengo salida con ella y dos amigas más. Hicimos planes para irnos a bailar. ¿Vienes con nosotros? Es más, te ruego que vengas porque soy el único hombre. Me quedaría difícil con las tres yo solo. Le dije que bueno, salgo del almacén, me baño, me cambio de ropa y salimos. En ese tiempo tenía mi hermano un Renault 4 azul que era prácticamente el cómplice insustituible de sus andanzas. Cuando llegué a la casa me dijo que no hiciera ningún comentario de esos planes. Que, si me preguntan, diga que vamos a visitar unos parientes, y ya. Una vez arreglado nos subimos al carro
06:20 am.- Despertamos a un nuevo día, es domingo. Afuera el ambiente de la calle es de suprema calma, interrumpido apenas por el paso fugaz de un motociclista salido de la nada. Distinto en los días normales cuando desde temprano el ruido es endiablado sobre la vía principal, y el sueño se va al traste. En ese fluctuar de la mente entre lo subjetivo y lo apenas normal que se va imponiendo con cada ruido detectado, es que se determina el milagro de abrir los ojos cuando muchos no pudieron hacerlo. La reacción es inmediata: En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo, Amén. Gracias Dios Padre por el nuevo día, por la vida que nos concedes, por la salud y el bienestar que nos das, gracias por la casa, por el hogar, por la familia, por los alimentos que pones en la mesa, que tu misericordia se extienda hacia los que claman por tu ayuda, a los que carecen de techo, lecho y pan, a los que padecen los rigores de la angustia, la tristeza, y el dolor en su corazón, a los que queri
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